Campos blancos de algodón

Los agricultores recolectan ahora una magnífica campaña alentada por la falta de lluvia otoñal

15 oct 2017 / 11:21 H.

Campos blancos del algodón que, de repente, desaparecen. Se ven en Jaén como si fueran una estrella fugaz. La flor se abre para blanquear decenas de hectáreas. En cambio, ese es el momento en el que pasa la cosechadora para llevar el producto a las cooperativas. Y, desde allí, parten hasta alguna de las seis desmontadoras andaluzas —no hay ninguna en la provincia—. El Día del Pilar se veía uno de estos campos desde la Autovía de Sierra Nevada (A-44) junto al Guadalquivir —justo delante de la fábrica papelera—. En cambio, ayer ya había desaparecido. Solo quedaba la tierra. Sin embargo, se veía otro justo al lado del Parque Científico y Tecnológico Geolit, que ya tenía al fondo las cosechadoras. “La campaña es excelente. La falta de lluvia en otoño es un problema para el olivar, pero una gran ventaja para el algodón. En Jaén estamos acostumbrados a una recolección laboriosa por el frío, la niebla y la lluvia. En cambio, con la meteorología de este año, todo son ventajas. La flor está abierta, no se pierde nada y la cosechadora recoge la parcela en muy poco tiempo”, afirma Cándido Medina, algodonero y técnico de la Cooperativa La Vega de Villanueva de la Reina.

Las parcelas cuentan con riego con goteo, por lo que el cultivo se desarrolla de una manera muy eficiente y, además, con un ahorro de agua considerable. “Los rendimientos son muy altos y buenos. La gente está muy satisfecha”, continúa Cándido Medina. Precisamente, la cooperativa de Villanueva de la Reina cuenta con 240 socios que llevan sus productos y que tienen parcelas en este municipio, en Mengíbar, Cazalilla, Andújar o Jabalquinto, entre otros pueblos de la Vega del Guadalquivir. Se estima que agrupa más o menos a la mitad de los productores, que pueden ser alrededor de medio millar.

Habrá que ver cómo termina la campaña. En principio, se estimó que podría estar entre los 9 y los 10 millones de kilos de producto. Sin embargo, no ha llovido nada, por lo que el algodón no se ha estropeado. Cuando pasan las cosechadoras, se lo llevan todo, por lo que los últimos cálculos indican que se podría llegar hasta los 12 millones de kilos. Solo hay que seguir el Guadalquivir jiennense para ver a los algodoneros trabajar. A diferencia de lo que ocurre con la aceituna, que necesita bastante mano de obra, la enorme mecanización hace que dos o tres personas puedan recolectar una gran parcela en una tarde. Cuando se pide agua en septiembre y en octubre para el olivar, no se piensa en los algodoneros. Ahora, que no ha llovido, ellos viven la campaña con felicidad. Se ven las cosechadoras por los campos jiennenses, al igual que los remolques blancos camino de los centros logísticos. Allí se cargarán en camiones para que partan camino de las desmontadoras. Medio millar de agricultores trabaja el olivar en Jaén.

Aumentan los algodoneros
idcon=12987995;order=12

Cándido Medina tiene una amplia experiencia en el cultivo del algodón. Se trata de un referente en cuestiones técnicas en la Cooperativa La Vega de Villanueva, que se encuentra en Villanueva de la Reina. “Contamos con 240 socios. Trabajan en parcelas pequeñas, por lo que se trata de un cultivo tremendamente social. La gente se asocia porque sabe que compartir servicios resulta más rentable, al igual que tienen claro que se ofrecen unas buenas prestaciones”, manifiesta Cándido Medina. Asimismo, añade: “Cada vez, estamos más. Se trata de una buena noticia, ya que es un cultivo que genera riqueza en pequeñas parcelas”.

Precisamente, la introducción del algodón en la provincia jiennense estuvo muy ligado al Plan Jaén, que se desarrolló entre las décadas de 1950 y 1960. La Vega del Guadalquivir se llenó de campos de algodón, lo que también hizo florecer muchas industrias manufactureras en algunos de los municipios. En cambio, la rentabilidad del olivar de los últimos años y el bajo precio de la mano de obra en los países de Asia hicieron que algunos dejaran de sembrar algodón y que prácticamente desaparecieran las fábricas manufactureras de la provincia. Siempre fue más barato producir en Asia, pero ahora existen condiciones logísticas y de seguridad jurídica que hacen posible enviar el algodón para que allí se convierta en camisetas, sábanas y otras prendas.

La mayoría de la producción jiennense parte rumbo a las fábricas de China, Vietnam, India o Bangladesh
idcon=12988000;order=17

Las fábricas textiles de la provincia prácticamente han desaparecido. Vecinos de Canena y Rus se ganaron durante décadas la vida en plantas en las que se hacía ropa. Además, era una labor que tenía un importante componente social, ya que buena parte de la mano de obra está feminizada. En cambio, ahora todo ha cambiado. Solo hay que coger la etiqueta de cualquier prenda que se compre en una tienda de la capital jiennense para ver dónde se encuentra la producción. China, Vietnam, India o Bangladesh se han convertido en la cuna de la elaboración de los tejidos. Se trata de un viaje de ida y vuelta, ya que buena parte del algodón que se produce en Jaén viaja hasta allí —entre el 80 y el 90%—. Las plantas textiles se dedican a elaborar los productos. En cambio, curiosamente no lo hacen en base a sus patrones, sino a otros que les envían. La moda europea manda, por lo que China, Vietnam, India, Bangladesh o Turquía solo se dedican a hacer los productos.

Los algodoneros jiennenses se agrupan en cooperativas. Buena parte de la producción parte en camiones hacia alguna de las seis desmontadoras que existen en Andalucía. Por cuestiones logísticas —de gastos de transporte— y de vinculación, el algodón jiennense acaba en la que hay en La Carlota. Allí se produce, es decir, se separan las semillas de la fibra. Se construyen lo que se denominan “balas de algodón”, es decir, unos rollos grandes con el producto, que parten hacia los países en los que se manufactura para convertirlo en prendas y ponerlo en el mercado. Una vez más —al igual que ocurre en el caso del aceite de oliva—, las exportaciones de productos de Jaén no se cierran desde aquí, es decir, el algodón se elabora en la provincia, pero se manda a la desmotadora y allí se factura hacia otro país —ocurre igual que con el “oro líquido”, que se produce aquí, pero se vende en cisternas para que otros lo exporten o lo embotellen y los vendan a sus clientes—.

Estas balas de algodón pesan varias toneladas y parten en barcos hacia las plantas productoras. Precisamente, el producto que se elabora en la provincia jiennense se considera de una elevada calidad. China se muestra como un gigante en la producción de este cultivo, aunque las plantas, en ocasiones, desconfían de su acabado. Por eso, buena parte de los fabricantes de prendas de calidad en los países en los que se encuentran los centros de mano de obra se aseguran de que la materia prima haya sido elaborada en España o Andalucía. Por eso, cuando se compra una camiseta, por ejemplo, y se mira la etiqueta se puede ver que es 100% algodón. En cambio, cuando se llevan puestas algunas no tienen la misma calidad que otras. Aquí mucho tiene que ver la materia prima. Por eso, el algodón andaluz tiene una enorme valoración.

Un marco favorable de ayudas tras la última PAC

Las últimas reformas de la Política Agraria Común (PAC) han dejado un marco bastante favorable de ayudas para los agricultores que optan por el cultivo del algodón. Todos los campos se encuentran dentro de los procedimientos de Producción Integrada, lo que les vale para conseguir una ayuda de 430 euros, lo que se suma a otros 1.000 por hectárea. Además, los productores también cuentan con los incentivos derivados del Pago Base y de la condicionalidad ambiental. Los algodoneros dejan claro que no siembran este producto simplemente por las ayudas. No obstante, sí que cuentan con un marco bastante favorable que les anima a superar los años más complicados. De hecho, sembrar algodón, salvo este año, no es tarea sencilla en la provincia debido a que, a veces, no favorece la meteorología.