Crecen los incidentes homófobos

El 70 por ciento de las personas de la provincia oculta su identidad sexual

21 may 2017 / 14:00 H.

Soy una persona normal, solo que en vez de querer a una mujer, amo a un hombre”. Quien lo afirma es Miguel Montero, presidente de la Asociación Arco Iris, que aprovechó la reciente celebración del Día Intenacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia para poner de relieve los pasos que quedan por avanzar respecto a los derechos y las libertades de este colectivo. Este año se conmemora que hace veintisiete ya que la Organización Mundial de la Salud eliminó de su lista de enfermedades mentales la homosexualidad; sin embargo, “todavía quede un largo camino por recorrer”, afirma Montero. Desde la asociación señalan varios casos de odio que “se conocen pero no se denuncian de manera oficial, porque se les resta importancia” y, sin embargo, reflejan cómo todavía la sociedad actual “no los acepta del todo”. Muy en especial, entre los jóvenes.

Montero habla de cómo en las capitales “hay otra forma de pensar y cada uno va a lo suyo”, pero en las poblaciones más pequeñas mostrarse como realmente se es puede causar graves problemas personales y emocionales a la persona. “Hoy en día es más fácil dar el paso y salir del armario, pero tiene que ser donde haya mucha aglomeración de gente, porque si se está en una barriada o municipio pequeño o en una zona que hay mucho cotilleo, la cosa cambia”, manifiesta, y detalla cómo muchas personas ocultan su verdadera identidad sexual por miedo. “Si están fuera se muestran como son, pero cuando vuelven a su pueblo no lo hacen, por eso hay varias personas que no salen del armario de verdad”, dice, y añade: “Aunque digan que les da igual, prefieren taparlo, para no sentirse mal”.

La asociación trabaja, sobre todo, con niños y jóvenes, y declara que existe un “repunte” de agresividad entre ellos. “Ha sido estos últimos años cuando hemos estado en algunos institutos y hemos escuchado expresiones como ‘vaya maricón de mierda’, que por la entonación y el uso de palabras despectivas, se le da un valor a la expresión que no debería tenerlo, y menos hoy en día”. Montero, igualmente, advierte de que hay más insultos entre los jóvenes y que “queda mucho por hacer” para cambiar la situación real. “Aunque hay mucha información, sentimos que se ha dado un paso atrás, tal vez por las generaciones pasadas que lo transmiten a la juventud”, apunta Montero.

Isabel Martínez, de la asociación Familia por la Diversidad, explica que el colectivo en cuestión se formó al descubrir la discriminación que sufrían sus propios hijos a consecuencia de sus tendencias sexuales. “Antes se decía ‘no hables, no comentes’, por eso desconocíamos el tema del acoso”, afirma. Su hijo es homosexual y el día en que se lo confesó, admite que su reacción no fue la “correcta”, precisamente. “Le dije que fuéramos al psicólogo, que era una fase que se le pasaría, cuando era yo la que tendría que haber ido, o por lo menos informarme mejor”. Cuenta también cómo algunos padres conocían la identidad sexual de sus hijos, pues los propios profesores ya les habían comentado que sufrían acoso a raíz de ello. La tendencia era, “y sigue siendo, en muchas familias”, ocultarlo. “Se le obliga a sufrir una doble vida y lo pasan mal por no poder hablar de lo que sienten y lo que realmente son”. Martínez confirma el repunte de casos registrados de homofobia en la provincia y calcula que el 70 por ciento de las personas encuadradas dentro del colectivo Lgtbi continúa sin mostrar abiertamente su identidad sexual.

La educación, clave para una diversidad “real” y “aceptada”

Desde la asociación Familias por la Diversidad subrayan la labor que realizan con los diversos centros educativos de la provincia de Jaén. Con la reciente celebración del Día Internacional Contra la Homofobia, el colectivo se acercó a varios centros de estudio para interactuar con los jóvenes y enviar un mensaje de comprensión y aceptación entre los alumnos.

En el IES Santísima Trinidad de Baeza, el IES Reyes de España de Linares y el IES Jabalcuz, en Jaén, los estudiantes participaron en talleres interactivos y con fines educativos y “empáticos”. “Los alumnos se muestran muy dispuestos a apoyar a sus compañeros Lgtbi”, comentan desde la asociación. Recalcan que desde los propios centros escolares continúa la labor y la educación en “el respeto hacia todos los niños, tenga la orientación sexual que tengan, o una identidad de género distintas de las mayoritarias”.

En el instituto Jabalcuz, por ejemplo, se llevó a cabo un taller de “biblioteca viva”, en el que voluntarios de la asociación contaban, en primera persona, su experiencia a los alumnos y contestaban a sus numerosas preguntas sobre los problemas que han podido afrontar a lo largo de su madurez, y cómo resolverlos. Según la asociación, esta actividad gustó tanto a estudiantes como a voluntarios, pues era una forma de “ver la realidad con un relato cercano y auténtico”. Los jóvenes dedicaron el día al dibujo de carteles y pancartas, en los que se ponía de relieve la diversidad en el amor. En la asociación cuentan que esa época es la más “importante” para la comprensión y el rechazo de la homofobia. Con el lema “por la igualdad real y el respeto a la diversidad”, numerosos centros de estudio de toda la provincia alzaron la mano en contra de la “lacra social” que representa el rechazo por las preferencias sexuales o la identidad auténtica de las personas.

“Nadie puede cambiar lo que soy”
Francisco Andreu García |
Diseñador
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Francisco Andreu, de 27 años, es de Canena, estudió para ser diseñador, pues su pasión es crear su propia ropa. “Mi vida gira en torno a ello y lo persigo”. Durante una temporada vivió en Madrid y en Granada, donde estudió Diseño de moda. Andreu señala lo diferente que es la ciudad respecto a la homosexualidad. “Hay mayor diversidad de culturas, es otro aire”. Por ello, al regresar, el cambio fue “radical” y se “encerró”. “Un día me di cuenta que no tenía ganas ni de levantarme”, recuerda Andreu. “No veía la salida”. Fue entonces cuando entró en contacto con la asociación Arco Iris, en un momento de “desesperación”. Cuenta el “gran apoyo” que recibió por parte de los voluntario.

Con 6 años Andreu ya tenía asumido que era “diferente”, pero no sabía “en qué”. Narra cómo su pubertad fue “horrorosa”, donde sufrió acoso escolar, y lo recuerda como una época “muy dura”, hasta que poco a poco empezó a comprender que él “era así”. “Nada ni nadie puede cambiar lo que soy, porque me siento muy orgulloso de mí mismo y no se puede elegir, solo toca y se lleva dentro”. Confiesa que con sus padres el momento de “salir del armario” fue “complicado”. De hecho, de su abuela recibía un apoyo muy fuerte y su fallecimiento le afectó especialmente. Después de aquello tuvo la necesidad de compartir su identidad con sus familiares, lo cual le costó. “Quieres decirlo y no puedes y te está matando por dentro”. Pero, poco a poco, se “soltó” con la gente de su entorno. Admite que cuando se lo dijo a su madre la reacción no fue la esperada, pero con paciencia la relación se suavizó. “Es muy doloroso no sentirse comprendido ni aceptado”. De todas formas, avanza con paso firme. Su ilusión es trasladarse a Barcelona y continuar ahí con su pasión, con sus agujas y tijeras.

“Para mí lo primero es el amor, sea quien sea”
Ana garcía López |
Artista
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Ana García es tatuadora, escritora, compositora, cantante y ayudante de cocina. “Artista en general”. A sus 22 años vive en Lanzarote con su pareja, una mujer. Narra cómo fue el momento en que compartió su identidad sexual con su familia. “Me costó, pero al mismo tiempo supe que era algo estúpido”. Cuenta que “a la hora de la verdad” tardó y que hasta hace cuatro años no dejó claro lo que era. “Entonces no me sentía únicamente lesbiana, y todavía no lo entienden”. García es pansexual, es decir, no le importa el género de la persona (hombre, mujer, transexual, bisexual) cuando se enamora, sino su “esencia”. “Para mí lo primero es el amor”.

Al principio no tuvo mucho apoyo por parte de sus padres, “pero luego se acostumbran”. Fue impactante, sobre todo para su madre. “Es como si todavía tuviera la esperanza de que me enamore de un hombre”. Con 11 años “salió del armario” y afirma que hubo un cambio en su entorno. “Ya no miran con los mismos ojos”. Sin embargo, ella tampoco tenía “muy claras” sus preferencias, hasta la madurez llegó a pensar incluso que era asexual. “No me atraía nadie, ni me interesaba realmente”. A los demás les dijo que era bisexual, pero “tampoco era eso”. “Es muy complicado realmente saber lo que uno es, pero con el tiempo, al encontrar una persona, se descubre”.

Desde que se mudó a Canarias nota mayor aceptación que en Jaén. “Es muy natural”. Explica que en su ciudad natal, el miedo a la reacción de la gente cercana provoca que se “cierre”. “Ahora tengo mi vida hecha y, aun así, cuando regreso y le doy la mano a mi pareja o la beso, automáticamente miro a mi alrededor, con miedo de que nos miren y nos estén juzgando”. Confiesa que es una “tontería”, pero “está ahí”. “Pero no importa, porque estoy enamorada”.