De Jódar hasta Segura

Una cuadrilla se hace a diario 240 kilómetros en busca de un jornal en la aceituna

15 feb 2019 / 13:45 H.

Resulta que el dueño de una finca de Benatae, un pequeñito pueblo de la Sierra de Segura, de poco más de 400 habitantes, es conocido y sabe del buen hacer de la cuadrilla de Juan Parras y cada año les contrata la recolección de su herencia, los olivos que les dejó su suegro a su mujer y a él. Están en el paraje conocido como el Camino de la Dehesa, nada más dejar la carretera que lleva Orcera. Ni es fácil la recolección por la pendiente de la zona ni tampoco la heladas de febrero con el anticiclón que no se va de la península son la mejor compañía en las primeras horas de jornal (un vareador cobra 53,42 euros por jornal, mientras que un vareador de máquina recibe un salario diario de 55,82 euros, según el nuevo convenio de esta campaña, vigente hasta el año 2022, que contemplaba una subida del 3,20 por ciento). A diario y desde hace días, recorren 120 kilómetros de ida y otros 120 kilómetros de vuelta para buscar ese sustento de invierno con el que aguantar hasta otras campañas de recolección fuera de la provincia, sea el espárrago, la manzana o la vid. Además, hay que juntar jornales para cobrar el paro agrícola (se rebajaron en 2018 las peonadas necesarias de 35 a 20) y se da la circunstancia de que la mujer está siendo la principal perjudicada de la mecanización del campo, que ha llegado en toda su amplitud a la aceituna. Pero hay campo y campo y los olivos de la Sierra de Segura no dejan sacar su fruto así como así por la especial orografía del terreno. Los olivos de esta finca que recoge la cuadrilla galduriense están en bancales, por la pendiente del repecho y retorcidos uno a uno, cosecha a cosecha, por el frío invernal y el calor del verano, hay que fajarse con las vareadoras mecánicas y con los palos de toda la vida. Dan estas olivas buen aceite, de los mejores de la provincia por ese clima extremo y si se cuida, como se hace, para entregar en la almazara la aceituna del árbol separada de la del suelo, el éxito en sabor y prestancia está asegurado, será un virgen extra fabuloso, de premio. El de esta finca con un aditamento intangible especial, el de una cuadrilla de aceituneros, hombres y mujeres, que ha tenido que hacer un porrón de kilómetros para no dejar de trabajar una vez recogidos los de la comarca de Jódar.

“Estamos todo el día tirados en el campo y eso no se reconoce”
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“Bien pagado el trabajo? Casi que no, porque estamos todo el día tirados en el campo y eso hay veces que lo saben reconocer y otras que no. Nos amoldamos, no nos queda otra, tenemos que trabajar porque si no trabajamos no comemos y no pagamos, eso es lo imprescindible para las familias. A las mujeres no nos quieren y no sé por qué, trabajamos igual que los hombres, nuestro trabajo es rentable pero hay dueños de fincas que no lo ven así”.

“Dentro de lo que cabe está bien pagado, pero dura poco tiempo”
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“Yo creo que sí que merece la pena venir de Jódar hasta Benatae al tajo, sí; además es que no nos queda otra, en este tiempo no hay más trabajo que el de la aceituna. ¿Que si estamos bien pagados? Dentro de lo que cabe, sí. Lo que pasa es que dura muy poco tiempo y de esto pues no se puede vivir. Es un trabajo duro y hay que ser muy constante, pero nosotros lo llevamos bien, somos una cuadrilla que sabemos lo que hay que hacer cada uno”.

“La maquinaria nos está dejando a las mujeres sin jornales”
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“Cada vez hay más maquinaria en la aceituna y menos mano de obra, las mujeres nos estamos quedando sin jornales. Prefieren a los hombres porque dicen que tienen más fuerza y eso no es verdad porque las mujeres llevamos maquinaria como los hombres, yo llevo una sopladora a mis espaldas. ¿Que por qué venimos de tan lejos? Porque donde está el trabajo tenemos que ir los jornaleros, no nos queda otra si queremos comer.

“Lo que tienen que hacer es apoyarnos a la gente del campo, no quitarnos la subvención”
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Al frente de la cuadrilla el manijero, figura clave en la recolección de cada finca y junto a él el jornalero de mayor edad. Sobre ellos recaen todas las decisiones importantes y son quienes ponen el foco en el problema que se le plantea al campo si la PAC acaba con las subvenciones. “Este trabajo es muy duro” subraya Parras, a lo que apostilla Muñoz: “Duro y sacrificado, ya estás viendo para un simple jornal donde tenemos que meternos”. Lo dice por la pendiente de la finca y en ese momento es el manijero quien arremete “El que está en la oficina no sabe bien lo que penamos y el aceite no vale dineros por cuatro políticos que no saben administrarlo. Lo que tienen que hacer es apoyarnos a la gente del campo, no quitarnos la poca subvención que tenemos. Trabajo y subvenciones, no pedimos más. Los políticos no piensan más que en comer ellos y ponerse el sueldo ellos”, suelta Juan Parras, con el asentimiento de Miguel Muñoz.