“El fin del mundo no va a llegar”

No ha sido el mejor día para volver”, le reflexionó el portavoz municipal del PSOE, Manuel Fernández Palomino, a su compañero de filas, Rafael Latorre, cuando, a las dos de la tarde, después de cuatro horas y media, acabó el pleno de presupuestos al que este asistió, después de más de un año de baja médica.

La sesión extraordinaria que reunió, de nuevo ayer, a la Corporación no fue anodina porque este adjetivo es impensable en una Administración que copa los primeros puestos del ranking de las más endeudadas y morosas del país, con una deuda 558 millones de euros, a 31 de marzo, según los datos facilitados por el concejal de Hacienda, Manuel Bonilla, y un periodo medio de pago a proveedores que, hace un mes, era de 615 días. Pero, al margen de la “borrachera” de cifras que dominó la jornada, el pleno fue una prolongación del debate sobre el Estado de la Ciudad de noviembre con dos diferencias. La primera fue de carácter espacial, por la reubicación de los concejales en el pleno en la que ha derivado el enfrentamiento entre los tres no adscritos, ex de Ciudadanos (C’s). La segunda fue de corte discursivo. Para quitar hierro a los “cataclismos” que, en su opinión, auguran el PSOE y Jaén en Común (JeC), el alcalde recurrió a su experiencia, versionando el “nunca pasa nada” que profirió entonces: “Aquí se habla del cierre del Ayuntamiento como se hablaba del fin del mundo cuando yo era pequeño y el fin del mundo no va a llegar”. “No va a llegar”, enfatizó Javier Márquez, contradiciendo al mismísimo Stephen Hawking.

Con una Corporación dividida entre quienes desean ver el vaso medio lleno (el equipo de Gobierno local y los concejales no adscritos) y la oposición que forman el PSOE y JeC, que cotejaron la “verdad” de los números que arroja la liquidación presupuestaria de 2016 con la “realidad de la calle”, el PP logró sacar adelante los presupuestos de este año en su tramitación inicial. Se trata de las primeras cuentas del mandato, tras dos ejercicios con las de 2014 prorrogadas, y lo consiguió gracias al apoyo explícito de los no adscritos Salud Anguita e Iván Martínez. Concretamente con este último, el equipo de Gobierno local suscribirá, la próxima semana, un “pacto de estabilidad para lo que resta de mandato”. Lo confirmó Martínez a este periódico, señalando que ese acuerdo contemplará la puesta en marcha de una decena de medidas —algunas de ellas incluidas en el Plan de Racionalización, Saneamiento y Acción (Prasana) que los tres exconcejales de C’s presentaron el año pasado—, estableciendo plazos temporales para ejecutarlas.

Esta era la condición que Martínez y Víctor Santiago ponían al PP para apoyar las cuentas de 2017. Pero, “más contundente” que su compañero, reprochando que estos “no son unos presupuestos para los ciudadanos, sino para cuadrar las cuentas del Ayuntamiento”, Santiago se quedó en la abstención. Y eso que Bonilla había anunciado que, de aquí a final de año, se suprimirán, al menos, 4 organismos autónomos; que existe un diálogo con CajaSur para liquidar la gestora del Nuevo Polígono y que, para agilizar la actualización de la Relación de Puestos de Trabajo (RPT), “no se puede eludir una consultoría externa”.

Los que dieron un “no” radical a las cuentas fueron JeC y el PSOE. “Su presupuesto es más de lo mismo. Falta una estrategia política consciente de la realidad de esta ciudad”, justificó la viceportavoz socialista, Mercedes Gámez. Por su parte, JeC planteó una propuesta alternativa destinada a “revertir” las políticas que han situado al Ayuntamiento en la crisis que acusa. El planteamiento pivota, entre otras medidas, sobre la gestión directa de servicios actualmente privatizados. Entre ellos, la recogida de basura. “Todo depende de decidir por quién se apuesta: si por los vecinos o por continuar con un modelo en el que los beneficios se los llevan unos pocos”, sintetizó Manuel Montejo, que tachó de “fallido” el presupuesto de 2017: “No responde a las necesidades de Jaén, no cuantifica recursos ni para ejecutar los acuerdos plenarios de estos 2 años de mandato y solo sirve para generar más deuda y continuar las privatizaciones”. Pero su propuesta ni tuvo apoyo político, ni la respaldan los empleados del servicio.

El presupuesto de 2017 queda finalmente con 184 millones en ingresos y 181 millones en gastos. Las inversiones reales para la ciudad se reducen a “500.000 euros”, reprochó Montejo. Pero, aunque la tesitura sigue siendo delicada, el alcalde prometió: “Este Ayuntamiento está respirando mejor y la ciudad no se va a caer”.