El fiscal pide 98 años de cárcel a una banda que movía cocaína por kilos

Veinte personas se sentarán en el banquillo por la operación “Copernicus”

02 ago 2017 / 10:49 H.

El pasado mes de diciembre, el teniente coronel jefe de la Comandancia, Luis Ortega Carmona, calificó la operación “Copernicus” como uno de los golpes “más duros” asestados al tráfico de drogas en la provincia. Los números avalaban esta afirmación: hubo 26 detenidos y se intervinieron cuatro kilos de cocaína, tres de marihuana y otro de hachís. Además, fueron decomisadas tres armas de fuego, 65 teléfonos móviles y 13 vehículos de alta gama que estaban equipados con dobles fondos, balizas de seguimiento y cámaras de vigilancias. Ahora, los 20 acusados por la operación “Copernicus” ya saben a lo que se enfrenta. El Ministerio Público reclama para todos ellos una condena de 98 años de cárcel, así como el pago de multas que suman casi 4,5 millones de euros.

El escrito de acusación provisional, firmado por la fiscal Silvia Muñoz, recoge en sus más de treinta páginas los supuestos negocios “turbios” de una banda que tenía capacidad de mover la cocaína por kilos. La Fiscalía explica que los acusados tomaban notables medidas de seguridad, como hablar desde teléfonos públicos y utilizar un lenguaje cifrado. Así, según el Ministerio Público, cuando organizaban un transporte de estupefacientes, se referían a “montar una fiesta”, a “preparar las navidades” con un “buen menú” o “hacer la transferencia de un coche”.

La investigación comenzó a fraguarse el pasado verano, cuando se detectó un incremento del tráfico de drogas en varias ciudades de la provincia. Avanzó en septiembre de 2016, cuando el Juzgado de Instrucción número 3 de Andújar autorizó a la Guardia Civil “pinchar” varios teléfonos. El objetivo inicial de las pesquisas era Manuel C. M., alias “El Chispa”, un iliturgitano de 43 años. Presuntamente, se trata del cabeza visible de una banda de narcos que trabajaba en la provincia. En su día, el juez instructor dijo de él que contaba con los “contactos oportunos” para abastecerse de cocaína. Su lugarteniente en la organización es su primo, Juan M. G, conocido como “El Pelele” y que, según los investigadores, dirigía el negocio en la capital jiennense con un gimnasio como tapadera. Fue el que registraron los agentes de la Guardia Civil en la mañana del pasado 8 de diciembre, cuando estalló la operación “Copernicus”. También entraron en la vivienda de Jacob T. A., un piso ubicado en la Avenida Antonio Pascual Acosta de Jaén donde se recibía la mercancía, se almacenaba y se guardaba el dinero. De hecho, los agentes encontraron en ese inmueble 39.000 euros, dos básculas de precisión e, incluso, una prensa hidráulica y moldes para la compactación de la cocaína.

La célula jiennense fue el hilo del que tiró la Guardia Civil para llegar al resto de la organización, es decir, a los “capos” que disponían de la mercancía. El fiscal relata que “El Chispa” tenía varios proveedores. Uno de ellos le mandó el 28 de octubre un porte importante, con 1,3 kilos de cocaína. Para entonces, los investigadores ya sabían que la mercancía iba de camino hacia Jaén y que el destino era el piso de la Avenida Antonio Pascual Acosta. “Donde comimos la otra vez”, dijo uno de los detenidos en las grabaciones efectuadas de sus conversaciones. Con ese lenguaje en clave, se refería al lugar donde tenía que hacerse la entrega de la “farlopa”.

La droga, que procedía de la provincia de Cádiz y estaba oculta en el salpicadero de un coche, fue interceptada y el conductor del vehículo, detenido. Fue en un control realizado a tal efecto en una de las entradas de la capital jiennense. La Guardia Civil no se quedó ahí. Sabía que “El Chispa” tenía otros proveedores con capacidad para suministrarle el kilo de cocaína que solía necesitar cada mes. Por eso, decidieron mantener abierta la investigación y no les falló el olfato. El 3 de diciembre, “El Pelele” envió un mensaje a su primo en el que le decía que estaba preparando “una fiesta” y que lo quería invitar. Según la Fiscalía, fueron los actos preparatorios de un envío de droga.

La banda de Jaén acudió a un vecino de Madrid, Carlos C. G., alias “El Rubio”. El juez instructor aseguró que se trata de “la cabeza visible de la organización”, que vendía droga en la provincia jiennense, pero que también abastecía a grupos en Toledo y Ciudad Real. Durante el mes de noviembre, “El Chispa” y “El Rubio” están de tratos, siempre con un vecino de Ciudad Real como intermediario. Hablan en clave y se refieren al kilo de cocaína como “un cubierto”. Todas las conversaciones están grabadas. Cerraron el negocio y prepararon el envío para el 7 de diciembre. Ese día, Carlos C. G. dio la orden y su “mulero” partió desde Madrid con un coche en dirección a la capital jiennense. La Guardia Civil lo estaba esperando a mitad de camino. Transportaba 1.100 gramos de “farlopa” de gran calidad. Al día siguiente, estalló la operación “Copernicus”, con los registros simultáneos y las detenciones. Se decomisaron más de cuatro kilos de cocaína y, entre los 24 arrestados, estaban todos los eslabones de la cadena: desde el capo hasta los intermediarios de las provincias, los “guardianes” y colaboradores e, incluso, los “camellos” de baja intensidad.

El Instituto Armado dio por concluida la investigación en abril: se cerró con 24 detenidos, de los que 18 llegaron a ingresar en prisión. A día de hoy, solo ocho se encuentran todavía en la cárcel. Entre ellos están Manuel C. M., alias “El Chispa” y su primo Juan M. G., apodado “El Pelele”. También siguen entre reja los dos vendedores: el de Cádiz José H. H., y el de Madrid, Carlos C. G., alias “El Rubio”, así como su lugarteniente y su transportista. Son ellos los que se llevan las peticiones de condena más elevadas, que oscilan entre los seis y los ocho años de prisión —el máximo para los delitos de salud pública son nueve años—. La Fiscalía también solicita para los veinte acusados el pago de multas que suman más de 4,4 millones de euros.

A partir de ahora, se abre el plazo para que las defensas de los procesados puedan presentar sus correspondientes escritos de calificación de los hechos. El juicio todavía tardará varios meses en celebrarse en la Audiencia Provincial.

Adulteración. El “molinillo” de los narcos
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Cuando presentó la operación “Copernicus”, la Guardia Civil destacó la extraordinaria capacidad que la organización tenía para adulterar la cocaína, es decir, para “cortar” la droga y, de esta forma, incrementar sus ganancias. De hecho, contaba con su propia “cocina”, un lugar para manipular la “farlopa”. Con un simple molinillo, trituraban la cocaína y la mezclaba con otras sustancias. El producto resultante era introducido en unos moldes, que se llevaban a una prensa hidráulica, que también fue intervenida.

Fugada. Una mujer en busca y captura
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La Justicia mantiene en situación de “rebeldía procesal” a Yumara E. P., una vecina del municipio sevillano de Marinaleda, apodada “La Terrible”. La mujer, que presuntamente trabajaba para el grupo de narcos de Cádiz que abastecía al “Chispa”, logró eludir el control policial. Según se desprende del sumario, ella hacía las veces de lanzadera en los transportes de la mercancía. En su casa, se halló marihuana, varias armas blancas y una báscula de precisión. Actualmente, está en paradero desconocido.

El juicio por la “Triunfal”, cada vez más cerca

La Justicia está ultimando los preparativos para celebrar el juicio por la operación “Triunfal”, otro de los grandes golpes asestados al tráfico de drogas en la provincia en la última década, con más de tres kilos de cocaína decomisados. Trece personas se sentarán en el banquillo de la Audiencia, acusadas de delitos contra la salud pública, con la agravante de formar parte de una organización delictiva, y blanqueo de capitales. Y para todos el fiscal reclama condenas que suman 118 años de cárcel y multas que superan los dos millones de euros. Una vez que los abogados de los acusados presenten sus escritos de defensa, este macrojuicio estará listo para celebrarse. La Fiscalía hace una clara distinción entre los acusados. Especifica la existencia de una organización principal y señala a su jefe, Herminio G. F., alias “El Mini”, que está en prisión preventiva desde que fue detenido el 11 de junio de 2015. Lo define como “el líder indiscutible” de una banda dedicada al tráfico de sustancias estupefacientes, sobre todo de cocaína, aunque también se encontró una gran plantación de marihuana en una casa de Linares-Baeza. Una actividad que le reportaba “enormes ganancias”. El Ministerio Público pide para “El Mini” una condena de 14 años de cárcel, el máximo. La Fiscalía sitúa en el siguiente escalón de la banda a Josué A. U., apodado “El Pechugas”, cuñado del jefe y considerado su lugarteniente; y a Generoso R. H., el “transportista” del grupo y que también está en prisión preventiva por estos hechos. Ambos se enfrentan a una petición de condena de doce años de prisión. Y en el tercer peldaño de esta organización. El Ministerio Público coloca a seis acusados más. Dice de ellos que estaban plenamente integrados en la banda.