El llanto de San Bartolomé

Expiración y Siete Palabras cancela su salida en una tarde de Pasión que se torna gris

19 abr 2019 / 11:53 H.

Caían las siete de la tarde en un rincón mágico del Jaén antiguo, donde el olor fresco de sus naranjos siempre es bien recibido. El cielo seguía sin dar señal de querer despejar las dudas. La iglesia parroquial de San Bartolomé, que corona la pintoresca plazuela de su mismo nombre, también fue concentración de desazón en la tarde del Jueves Santo. Sin embargo, había quienes mostraron su optimismo ante las inclemencias meteorológicas, que parecían amenazar al discurrir de las hermandades a la caída de la noche. Muchos cofrades aún se aferraban a la siempre persistente esperanza de una tregua del tiempo, que anduvo agitado durante todo el día. Incluso, algunos truenos pudieron sentirse a eso de las cuatro de la tarde.

El optimismo se palpaba en el semblante de Carmen Quesada, cofrade desde bien pequeña, cuyos ojos reflejaban la ilusión que sentía por acompañar un año más al Santísimo Cristo de la Expiración: “Yo pienso que vamos a salir, voy a ser positiva”. No obstante, y para el pesar de muchos, el hermano mayor de la cofradía, Pedro Jesús Fernández, anunciaba la decisión tomada en la última reunión de la junta de gobierno: “Las condiciones meteorológicas no son las adecuadas para realizar la estación de penitencia”.

Numerosos abrazos, que buscaron consuelo, se sucedieron tras una noticia que desalentó la esperanza que algunos mantuvieron hasta el comunicado que se emitió desde el ambón. El Santísimo Cristo de la Expiración, conmovedora imagen del siglo XVIII atribuida a José de Medina, era foco de todas las miradas que buscaban aliento en Él. “El año que viene será”, se escuchó al tiempo que los distintos presentes acudían a profesarse palabras de ánimo. Sin duda, el próximo Jueves Santo será esperado con más entusiasmo aún. Entre lágrimas y rostros entristecidos, quedaban algunos que no perdieron la luz ni por un instante. “Lo importante es Jesús, llevarlo dentro siempre”, decía Cristina García, quien iba a realizar su primera estación de penitencia y cuya emoción era manifiesta. Junto a ella, se encontraba su familia, también cofrade de la Expiración.

Las puertas de San Bartolomé se abrieron minutos después de las siete de la tarde. Un haz de luz iluminó el interior del templo, desde donde podía intuirse la presencia de multitud de personas que se hallaban a la espera de una posible salida de la hermandad. Los sones de la banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de la Expiración interpretaron “Entre lirios y azahar” desde el exterior, suscitando algunas lágrimas, probablemente de quienes aún no habían conseguido hacerse a la idea de la suspensión del discurrir de la Expiración por la capital del Santo Reino.

Jaén se quedaba sin disfrutar del delicado caminar de María Santísima de las Siete Palabras, quien parecía llorar más que nunca. Su candelería, completamente encendida, iluminaba el rostro que robaba suspiros. No pudo ser para Expiración y Siete Palabras, la segunda hermandad que se hubiera echado a las calles en la tarde del Jueves Santo. Si bien las puertas de San Bartolomé estarían abiertas hasta las diez de la noche, en virtud de todos aquellos que quisieran acercarse a ser partícipes del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de las Siete Palabras. El Jueves Santo trajo consigo el sinsabor venido desde un cielo que invitaba a un desconcierto casi eterno.