En el territorio de lo clandestino

Armas intervenidas, tragaperras precintadas y el cliente que grabó con su móvil a los policías

27 jul 2018 / 08:16 H.

El hombre, alto y corpulento, apuraba el último sorbo de su copa. Estaba sentado en la barra en un rincón del pub. Apenas se inmutó cuando entraron los agentes. Obedeció las órdenes sin rechistar. Se apartó a un lado, pegó la espalda contra la pared y entregó su documentación. Se veía a la legua que ese hombre está más que acostumbrado a las inspecciones policiales. Nadie tuvo que decirle nada o tardó en sacar del bolsillo del pantalón un pequeño cilindro de color negro. Se lo dio al agente que estaba a punto de cachearlo. A simple vista, un objeto inofensivo. Sin embargo, el policía hizo un rápido movimiento de manos y el tubo se convirtió en un bastón de acero, un instrumento contundente y peligroso, capaz de hacer mucho daño. Un arma prohibida. Se intervino y a su dueño se le abrió un acta administrativa que, probablemente, acarreará una multa que puede llegar hasta los 450 euros. A los agentes les dijo que la quería para protegerse, “por si pasaba algo”.

No fue la única arma ilegal que decomisó la Policía Nacional en el despliegue, realizado en la madrugada del sábado al domingo. De hecho, la escena se repitió tres veces más durante las casi cinco horas que duró el operativo especial de la Comisaría que busca reforzar la seguridad y prevenir la delincuencia en la noche de Jaén.

Un hombre, que estaba en uno de los cinco garitos inspeccionados, puso sus objetos personales encima de la barra. Sin embargo, se guardó algo: las llaves de su coche. El policía las cogió, salió a la calle y se puso a buscar el automóvil en cuestión. No tardó mucho en averiguar el porqué de la actitud de su dueño: en una de las guanteras, encontró una navaja automática de muelles de más de 30 centímetros. Otra multa al canto. En otro de los locales, un cliente entregó de forma voluntaria otra arma blanca, un pequeño puñal con las cachas de madera. La cuarta acta de infracción levantada por la Policía fue porque un hombre guardaba en el maletero de su coche una barra hueca de acero de más de 60 centímetros de longitud. No supo dar una explicación plausible y le fue decomisada, al considerarse un objeto peligroso. “Alguna gente suele llevar encima navajas, porque ni tan siquiera sabe que están prohibidas”, sostiene Diego Moya, el portavoz de la Comisaría, que también participó en el operativo, acompañando a los dos periodistas de Diario JAÉN.

El dispositivo de seguridad tuvo también otro frente, que fue realizado por los agentes de la Policía Local y de la Unidad Adscrita a la Junta. Ambos cuerpos se centraron más en el ámbito administrativo, en lo que vulgarmente se conoce como el “papeleo”: licencias, permisos, seguros, contratos de trabajo. Uno de los locales inspeccionados no tenía al día la póliza de responsabilidad civil, que es obligatoria. En la práctica, cualquier incidencia que hubiera ocurrido en su interior no estaba cubierta. En otro, el problema se detectó con la licencia de actividad. “Se trata de una documentación que debe estar perfectamente actualizada”, sostiene uno de los policías locales, acostumbrados a revisar estos expedientes. También prestaron atención a los aforos y a la presencia de menores en los pubes, algo que está terminantemente prohibido por la normativa actual. En este ámbito no formularon ninguna denuncia.

Sí que tuvieron que precintar dos máquinas recreativas de uno de los locales inspeccionados. “No tienen ni un papel”, explica el agente de la Unidad Adscrita, que tiene las competencias en materia de juego ilegal. Son tragaperras clandestinas y deberán ser revisadas por si también están trucadas. Mientras tanto, los policías les colocaron unas llamativas pegatinas verdes para que no puedan utilizarse.

La noche está a punto de terminar. El dispositivo llega al último de los locales previstos. Nada más entrar, uno de los clientes saca su teléfono móvil y empieza a grabar la escena. Uno de los agentes le requirió para que dejara de hacerlo. El hombre se negó: “Tengo mi derecho a hacerlo”, argumentó al respecto. El policía ya se puso más serio. Lo apartó del grupo y le dijo que podía estar cometiendo una infracción grave. Él siguió en sus trece. El jefe del operativo le advirtió de las consecuencias: “Vamos a vigilar. Si usted difunde esas imágenes en alguna red social, la sanción puede ser de hasta 50.000 euros. Usted verá”. El hombre guardó su terminal y la cosa no pasó a mayores. Al menos, por el momento.