La cifra del “tesoro” de Jaén

El aforo se hace con 16 expertos que calculan la cosecha en 8.471 olivos

04 oct 2016 / 12:58 H.

En Jaén se dan, cada día, muchas cifras, pero ninguna interesa tanto como la del Aforo Oficial del Aceite de Oliva. Dentro de la estructura económica de la provincia, es como calcular cuántas “monedas de oro” hay que el “cofre del tesoro” que los olivares dejarán este año. Unas 105.000 familias basan toda o una parte de la economía familiar en el cultivo y más de 50.000 personas viven de los jornales que deja, por lo que el aforo importa mucho. De hecho, se puede hacer el experimento de preguntar a cooperativistas, agricultores y hasta a expertos en el sector de cuál fue el cálculo oficial del año pasado o del anterior. Casi todos lo saben. En cambio, si se les pide que digan la cifra real y final de cosecha, muchos ni se acuerdan. El aforo marca el precio del aceite, los jornales y las previsiones económicas de miles de jiennenses. Por eso, a muchos hombres y mujeres de esta tierra se le queda grabado el cálculo durante mucho tiempo.

El Aforo Oficial de Aceite de Oliva de Jaén no es un número que se da en función de unas cuantas llamadas telefónicas y de sensaciones que transmite el campo. Detrás de este número existe mucho trabajo en el campo. Hay 16 técnicos de la Consejería de Agricultura que llevan, desde mediados de septiembre, pateándose el campo. Tardan tres semanas en realizar el muestreo, por lo que casi todos acabarán antes del viernes.

Los 16 expertos se reparten en 8 equipos. Acuden a 136 fincas olivareras jiennenses. Siempre son las mismas dentro de un protocolo regulado por técnicas científicas de muestreo. El Aforo Oficial de Aceite de Oliva estudia la friolera de 8.471 olivos de Jaén, que están repartidos por todas las comarcas y en parcelas de secano y de regadío. Esos árboles son representativos de 615.679 olivos, por lo que la superficie aforada es de 6.938 hectáreas. No obstante, el trabajo no resulta nada sencillo. El técnico de la Consejería de Agricultura se pone delante de un olivo y tiene que calcular los kilogramos de aceituna que tiene. Cuando tiene clara la cifra, la apunta en el cuaderno. Sin embargo, cada equipo está compuesto por dos personas con la finalidad de que ambos hagan el cálculo para que el muestreo sea representativo y reduzca el margen de error.

“Entrenar el ojo”. Los aforadores siempre son los mismos. De hecho, no es fácil formar parte de un equipo, ya que se requiere años de formación para acertar en el muestreo. En cambio, para contar con mayor rigor científico, este año se ha hecho un ejercicio para “calibrar” el ojo. A mediados de septiembre, las 16 personas que se encargan de realizar el Aforo Oficial de Aceite de Oliva acudieron al Instituto de Formación Agraria y Pesquera de Andalucía (Ifapa), concretamente, a la sede de la Venta del Llano, que se encuentra en Mengíbar. Allí hay olivos y también existe una almazara experimental, que está al servicio de la ciencia.

Los aforadores se coordinaron en el reparto de las parcelas y en los plazos. Sin embargo, se hizo un ejercicio práctico, que consistió en coger el cuaderno y calcular la aceituna que tenían algunos de los olivos que había en la Venta del Llano. Luego, se cogió una vareadora, se echó la aceituna al suelo y se pesó, lo que dio una idea de si el cálculo que hicieron era aproximado. La mayoría lo clavó. Asimismo, los técnicos dan cifras de aceituna por olivo en las parcelas. Sin embargo, esto todavía no sirve para estimar el cálculo de aceite de oliva para la próxima cosecha.

El último Paso. La Delegación Provincial de Agricultura recoge los cuadernos, que se introducen en un procedimiento estadístico que evalúa los olivos aforados en función de la representatividad en la provincia —olivar de sierra, de secano, de campiña, de la Loma o de regadío— para obtener una cifra final, que sería la cosecha de aceituna que se prevé. Aquí la labor de Celedonio Fornell Martínez, jefe de Servicio de Agricultura, Ganadería e Industrias Agroalimentarias de la Delegación Provincial de Agricultura resulta fundamental. En cambio, ejercer como una “almazara” —convertir la aceituna en aceite—, aunque sea de manera estadística. Para ello, se toma el rendimiento —el porcentaje de aceite que tiene cada aceituna— de los últimos 7 años. Para evitar distorsiones en el cálculo, se elimina el mayor y el menor. Luego, con los cinco que quedan se hace el rendimiento medio, que es el que se le aplica a la cifra final de aceituna. Y de ahí sale el número que se da a conocer en el aforo oficial. Este año, todo apunta a que se conocerá en la semana de San Lucas, aunque después de la fiesta del patrón de Jaén. El aforo se entiende como una cifra que da transparencia al mercado. De hecho, en la provincia se realiza desde hace más de 30 años.

Resulta muy curioso el relevo de los aforadores. Muchos, por ley de vida, se tienen que jubilar. En ese caso, se prevé esta circunstancia uno o dos años antes, por lo que el futuro aforador se incorpora al equipo del que en una o dos campañas saldrá el técnico que llega a la jubilación. De esta manera, aprende la técnica para mantener la estructura del cálculo y evitar distorsiones. Sin duda, una cuenta muy compleja que lleva casi un mes de trabajo, pero que guía el año económico de la provincia.

La enorme repercusión que tiene el aforo

Marca el ritmo del mercado

Los operadores del mercado hablan con agricultores y fabricantes. Más o menos, tienen una idea. En cambio, la cifra oficial de la próxima cosecha que sale del aforo marca el pulso y el precio del aceite para la campaña. Es referencia hasta febrero, que ya se adivina la cifra real.