La floración del olivo “estalla” con fuerza gracias a las últimas lluvias

El polen se multiplica para alegría de los agricultores y pesar de los alérgicos

19 may 2016 / 10:00 H.

Ya está aquí. Los coches aparcados en la calle se empiezan a ver amarillos, al igual que los asientos de las motocicletas. A algunas personas se les empieza a caer el “moquillo” mientras que otras caminan con prisa por la calle con una gran máscara en la calle. Mientras, los tractores se mueven por los pueblos mientras que arrastran grandes cubas. Salen al campo temprano y vuelven cuando empieza el calor. Ha comenzado la floración del olivo.

La última medición del Complejo Hospitalario de Jaén señala que hay 3.864 gramos de polen del olivo por cada metro cúbico de aire, mientras que existen 86 de gramíneas, 16 de urticáreas, 22 de plantago, 7 de pino y 5 de ciprés, lo que da una clara idea de la intensidad con la que florece el olivar de la provincia. Sin embargo, todavía está bien lejos del tope. La mayoría de las flores aún no se ha abierto, por lo que los gramos de polen en el aire crecerán de manera exponencial durante los próximos días.

Los olivares de la vega del Guadalquivir son los primeros en florecer. Buena parte del polen que se respira ahora procede de Mengíbar, Villanueva de la Reina y Andújar, que son las zonas en las que se registran mayores temperaturas. Poco a poco, se sumarán los de la Campiña —con Martos, Porcuna, Torredelcampo y Torredonjimeno— para, por último, acoger la floración de las montañas de Sierra Mágina, Sierra de Segura y de Cazorla, que serán las últimas. El nivel de polen será directamente proporcional a las temperaturas. La Agencia Estatal de Meteorología anuncia casi 30 grados durante el fin de semana, por lo que será el preámbulo del gran estallido de la polinización. Para los alérgicos, lo peor todavía no ha llegado. Además, la siembra de más olivos para incrementar la competitividad de las fincas hace que Jaén cuente con las mayores concentraciones de polen de la historia.

En cambio, los olivareros han mejorado tremendamente las expectativas de la campaña. Ahora, a diferencia de lo que desean durante todo el año, necesitan 20 días sin lluvia y que tampoco haga un calor extremo. La lluvia les ha generado un escenario idílico, ya que ha regado los árboles para que tengan más fuerza para florecer. Asimismo, el cielo también acompaña con calor, aunque sin elevar el mercurio a valores que pudieran quemar las flores. Por eso, muchos se han echado al campo con las cubas para tratar los árboles. Y no hay duda de que el trabajo que se desarrolla en un olivar y la inversión que se hace en tratamiento va ligado a las expectativas de cosecha, que han crecido considerablemente en los últimos días gracias a las precipitaciones. Ligado a esto está el precio del aceite que, desde que llovió, se encuentra a la baja por el aumento de la previsión para la próxima cosecha y las dudas de algunos oleicultores, que temen un desplome mayor y salen al mercado.

Por ahora, solo es polen y no aceituna. De ahí que todavía no se pueden lanzar las “campanas al vuelo” respecto a la próxima cosecha, pese a que no hay duda de que el olivar está más fuerte y que florece con más intensidad gracias al agua que ha recibido.

Alerta por el ataque de la polilla del olivo

La Red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía advierte de la incidencia de los ataques de la polilla del olivo (prays oleae). Los agricultores lo saben, por lo que muchos acaban de iniciar los tratamientos en el campo. Precisamente, este departamento de la Consejería de Agricultura publicó un informe muy claro: “A pesar de las lluvias que se han producido en los últimos días, se aprecia un aumento en la presencia de puestas y larvas de la generación antófaga. Ataca a las flores y alcanza una incidencia, en la provincia, del 4,10% de inflorescencias atacadas con formas vivas —1,80, la semana anterior— y con un grado de dispersión del 69,72%. Asimismo, también prolifera la presencia del “algodoncillo” (tiene este aspecto en los olivares), que es otro agente que puede afectar a la floración, lo que redundará también en la próxima cosecha.