Las cabañuelas dan alegría

Las predicciones de los observadores auguran agua en otoño y un año hidrológico muy parecido al anterior

29 ago 2018 / 12:01 H.

No es una ciencia exacta, pero las cabañuelas llevan la alegría al campo. Muchos agricultores ya las conocen, lo que resulta determinante para establecer los periodos de siembra, el tratamiento de los olivares o la aplicación de los productos fitosanitarios. ¿Se equivocarán? Puede que sí o tal vez no. No obstante, hasta el propio meteoradar de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) o los satélites del espacio, en ocasiones, fallan. O, a quién no se le ha mojado la ropa tendida alguna vez después de constatar en las predicciones que no iba a caer una gota. Y, al final, llovió.

Alfonso Cuenca es cabañuelista. Vive en Quesada y pasa todo el mes de agosto observando la naturaleza, lo que le vale para hacer una predicción de la meteorología que hará todas las semanas de agosto. En realidad, cuenta que usa las técnicas de civilizaciones antiguas, que ya miraban los cielos de agosto —tan parecidos para la mayoría de las personas que les prestan atención—, pero que los cabañuelistas ven tan diferentes unos de otros. Comenzó el 1 de agosto y estuvo atento a los vientos, las nubes y hasta el comportamiento de la fauna hasta el día 24. Luego, se puso a trabajar para hacer la predicción meteorológica de lo que considera el año agrícola. Se trata de casar unos días con otros que, a la par, son coincidentes. Es lo que llama las cabañuelas de ida y de vuelta. El 1 se corresponde con el 13; el 2, con el 14; el 3, con el 15, y así hasta llegar al 12 con el 24. Uniendo la información de estos días se obtiene una predicción.

Felicidad. Las cabañuelas de Alfonso Cuenca hacen felices a las personas que ya las conocen. Dicen que desde septiembre hasta agosto del año que viene habrá lluvias. No tantas como la que a los agricultores les gustaría, pero el campo no pasará la sequía tan terrible que ha sufrido durante los últimos años. De esta manera, según las cabañuelas, Jaén dejará atrás del ciclo seco que vivió durante los últimos años para pasar a un periodo en el que las nubes regarán los campos. No lo harán de manera abundante, pero sí lo suficiente como para olvidar la preocupación de que los cultivos necesitan beber —las plantas necesitan el agua también para poder alimentarse—.

Alfonso Cuenca, después de mirar los cielos de agosto, considera que el agua vendrá este otoño mucho antes que en años anteriores. De hecho, establece las primeras jornadas de lluvia cerrada para los primeros días del mes de octubre. Si es así, vendrá de perlas para la cosecha de aceituna que ya estará iniciando la maduración, ya que redundará en más kilos y, consecuentemente, más aceite de oliva, ya que cogerá al árbol en pleno proceso de lipogénesis —formación del zumo en el interior de la aceituna—. Sin embargo, las cabañuelas indican que puede caer agua a finales de septiembre. En cambio, si lo hace, será en forma de tormenta. Desde los primeros días de octubre, en los que sí se predice una racha de lluvia, ya no lloverá más hasta diciembre —salvo algunas jornadas aisladas en noviembre en las que puede haber algunos episodios de lluvia débil—. Las cabañuelas prevén precipitaciones, otra vez, una vez que haya pasado el Puente de la Inmaculada. Entonces, se vuelven a señalar algunos episodios de lluvia.

En ese mes, la aceituna se cogerá entre nubes y claros. Habrá jornadas en las que se hará necesario parar hasta que pase la Navidad, en la que los cielos se empezarán a aclarar. El año se despedirá con tiempo despejado. Enero viene con frío, pero con poca agua. No habrá lluvias hasta la tercera semana. Asimismo, en febrero llegarán las precipitaciones en la mitad del mes. Marzo trae agua en la tercera semana, mientras que abril —como bien caracteriza a este mes— habrá una enorme inestabilidad con días soleados y jornadas de agua.

En mayo, parece que no vendrá mucha agua, salvo algunos días de la tercera semana. Y a partir de ahí sol con algunas precipitaciones aisladas. “No me suelo equivocar mucho. Miro los resultados de un año y de otro y estoy entre un 85 y un 90% de acierto. Espero que este año me hayan salido bien”, manifiesta Alfonso Cuenca. No obstante, asegura que las cabañuelas nunca se equivocan, sino que el error está en la interpretación que hace el cabañuelistas, que puede equivocarse a la hora de interpretar cómo se mueven las nubes de agosto y la dirección e intensidad de los vientos. Alfonso Cuenca hace las cabañuelas desde la privilegiada atalaya de Quesada. Ojalá que le hayan salido bien, ya que, si se cumplen, serán buenas para Jaén.

Sin futuros cabañuelistas
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No hace tanto resultaba habitual encontrar cabañuelistas en buena parte de los núcleos rurales. Incluso, había agricultores que, pese a que no estaban muy convencidos de sus cualidades, sí que apuntaban lo que veían en el cielo durante los primeros meses de agosto y se atrevían a aventurarse a hacer sus propias predicciones. No las divulgaban, ya que intuían que podían contar con un importante margen de error, pero sí que las tenían en cuenta a la hora de planificar los periodos de siembra y, sobre todo, apostar por algunas cosechas y descartar otras debido a los indicios que les enviaba el cielo de agosto.

Sin embargo, ahora resulta bastante complicado encontrar a un cabañuelista, lo que hace pensar que se trata de una bonita tradición que forma parte de la cultura popular que se puede perder. “A mí me enseñó mi abuelo materno. Se llamaba Rafael García y era agricultor. Él miraba los cielos y sabía lo que iba a pasar durante todo el año. Yo aprendí yéndome con él al campo para observar la naturaleza. Me enseñó a casar las cabañuelas de ida con las de vuelta para hacer la predicción”, recuerda Alfonso Cuenca. Sin embargo, está convencido de que es una labor que se puede perder: “Yo voy a cumplir 49 años. No soy mayor, pero la verdad es que no enseño a nadie a hacer lo que a mí sí que me enseñaron. Creo que los jóvenes ahora están en otras cosas muy diferentes a estas”, concluye.

Alfonso Cuenca: “Me pregunta mucha gente antes de poner la fecha de boda o para hacer la siembra”

A los jiennenses les interesan bastante las cabañuelas. Muchos tienen fe en lo que dicen y algunos otros curiosidad y asumen sus predicciones como una información más a la hora de tomar decisiones. No obstante, hay que tener muy presente que gran parte del negocio y de la propia economìa de la provincia depende de los caprichos de la meteorología. Que llueva o que no lo haga puede suponer varios cientos de millones de euros en los 97 municipios. Solo este es un motivo más que suficiente para tener interés por las predicciones de lo que ocurrirá en el cielo.

“Mucha gente viene y me pregunta las cabañuelas para ver cuándo siembra o para contratar a la gente para los periodos de cura del olivar. Incluso, hay agricultores que me han dicho que necesitaban saber cómo iba a ser este año porque pensaban comprarse un tractor y necesitaban que lloviera para que hubiera buena cosecha y poder pagarlo”, describe el cabañuelista Alfonso Cuenca.

“Tengo un montón de anécdotas que podría contar. Por ejemplo, hay parejas que vienen para que les diga las cabañuelas para poner la fecha de boda, sobre todo, si piensan hacer la celebración al aire libre. Me ha pasado en bastantes ocasiones y he acertado”, señala. De hecho, las cabañuelas no solo consisten en interpretar las señales que ofrece la naturaleza durante los 24 días de observación para hacer el calendario de lo que puede pasar. “Cuando estoy en egosto en el campo no paro de tomar anotaciones, que luego me sirven para interpretar lo que ocurrirá. Hago el calendario del año agrícola. En cambio, luego hay muchas personas que vienen a preguntarme. Entonces, vuelvo a revisar las anotaciones que tomo durante esos días y poder realizar una pronóstico mucho más personalizado y a medida de lo que me piden”. Alfonso Cuenca tenía una tienda en Quesada. En cambio, ahora vive gracias a su trabajo en el campo. Cuenta que hace las cabañuelas por pura pasión y por continuar con una tradición que heredó de su familia. Dispone de una página en internet en la que realiza los pronósticos e interpreta más en detalle la evolución de la meteorología según lo que ocurre cada mes. No obstante, se trata de un blog de tipo personal por el que no obtiene rentabilidad alguna. Considera que dispone de un conocimiento de civilizaciones antiguas que tiene que compartir con la sociedad, al igual que hicieron los cabañuelistas de las civilizaciones antiguas. Estos sí que no disponían de meteoradar ni de satélites que indicaran la predicción del tiempo. La cabañuela era lo único que había. Ahora sí que existen técnicas científicas, pero que son capaces de predecir la meteorología con algunos días de antelación. La cabañuela dicta lo que ocurrirá todo el año. Bien por fe, bien por curiosidad, a los jiennenses les interesa mucho.

La Semana sAnta de Jaén, en duda

Alfonso Cuenca, cuando ofreció sus cabañuelas, no había mirado qué días comprendían la Semana Santa o, lo que es lo mismo, no hizo una predicción detallada sobre estas jornadas en las que tanto interesa el tiempo. En cambio, al repasar sus augurios, se ve que la Semana Santa tendrá días de cielos totalmente despejados, que serán los primeros, pero conforme avancen las jornadas llegarán las nubes y algunas precipitaciones. Habrá que esperar. Sin embargo, otros cabañuelistas, como los de Cádiz, también dicen que es bastante probable que llueva durante los últimos días de la Semana Santa, por lo que coinciden en la predicción con este quesadeño. Habrá que esperar para ver la evolución de la meteorología y ver si este pronóstico se cumple o no. Si existe un error en la cabañuela, mejor que sea en esta semana.