Los cauces de los ríos bajan de nivel por miedo a las tormentas

Cualquier jiennense que se acerque a algún cauce de los grandes ríos de la provincia seguro que se da cuenta de que llevan menos agua que ayer, que antes de ayer y que la semana pasada. Se ve que tienen corriente, pero no mucha. Los agricultores también se habrán percatado de que llegan recursos para regar a los canales, pero menos que otros días. De hecho, las bombas sumergibles que hay en los ríos deben tirar del agua que existe más en el fondo. Los pantanos sueltan agua ahora. Lo hacen para mantener la vida en los ríos y para abastecer de agua a los agricultores. De hecho, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir autorizó un riego de 1.000 metros cúbicos por hectárea para el olivar, que sale de los embalses de la provincia jiennense.

En cambio, la Confederación publicaba que El Tranco, esta mañana, desembalsaba 10 metros cúbicos por segundo, que contrastaba con los 13,09 que soltaba la pasada semana y los 14 que metió en los ríos durante julio. El Guadalmena desprendía 10,85 frente a los 11,41 de la pasada semana, mientras que el Guadalén desaguaba 5,23 litros por segundo en contraste de los 8,95 de hace siete días. El Giribaile descendía desde los 10,59 a los 8,23; la Fernandina, de los 5,48 a los 3,12, y el Jándula, de los 9,18 a los 6,25.

No hay duda de que el Guadalimar, Guadalén, Guarrizas o el Jándula registraban un nivel bastante más bajo y todos son afluentes directos del Guadalquivir, que mostró una tendencia similar. Fue una acción defensiva ante la posibilidad de que se produjeran lluvias torrenciales en algún punto de la provincia.

La Agencia Estatal de Meteorología avisaba de la posibilidad de que se produjeran tormentas durante todo el día de ayer. De hecho, las hubo, aunque descargaron muy poca agua. Sin embargo, igual ocurrió durante la pasada semana, cuando vecinos de Puente de Génave, Beas de Segura o de Cambil se encontraron con 40 y con hasta 55 litros por metro cuadrado en un rato.

Por eso, como precaución, el nivel de desembalses disminuyó mientras que el cielo del “mar de olivos” estuviera emcapotado. Así, si caía agua, los cauces tendrían más capacidad para controlar posibles avenidas por arroyos o torrentes naturales. Al cierre de esta edición, no ocurrió. De ahí que se espera que pronto recuperen el volumen habitual.