Los niños con altas capacidades reivindican su sitio en las aulas

La Asociación Ágora solicita una mejora en la formación de los profesores

15 ene 2018 / 09:09 H.

Niños inquietos, con preguntas que sorprenden a padres y profesores, que asimilan la información de manera distinta a sus compañeros y, por ello, se aburren en clase. Esta sería la “imagen” de los niños que poseen altas capacidades, pero no siempre se cumple porque, tal como explica Leonor Lázaro, presidenta de asociación Ágora, centrada en las familias que viven esta situación, “cada niño es diferente”. Sin embargo, es “común” que a muchos de ellos se les diagnostique erróneamente TDH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) o muestren cuadros de depresión. Desde “Ágora” explican que la falta de formación del profesora dificulta la detección precoz de los niños, lo cual conlleva a su frustración y mal comportamiento en las aulas. Sin embargo, en cuanto son atendidos “correctamente”, cambian. “Niños que se pensaba que eran tímidos o retraídos, con intereses incomprendidos, poco a poco se relajan y se relacionan entre ellos a través de la asociación”, detalla Lázaro, y apunta: “Es un espacio para ellos —también para sus padres—, que crecen a nivel creativo y son un estímulo entre ellos”.

Actualmente en la provincia hay 1.225 niños con altas capacidades, 255 de ellos en la capital. De todas formas, desde “Ágora” aseguran que la detección en sí es “muy baja” y que el sistema “falla”, no solo en este paso, sino también en la posterior intervención. “La legislación andaluza sobre los niños de altas capacidades es de las mejores, tanto para centros públicos como privados, pero no se hace efectivo, y eso es lo más importante”. Leonor Lázaro insiste en la necesidad de formación de los educadores, que es “fundamental”. “Incluso cuando reconocen un caso, muchos profesores no saben qué hacer con él y el niño se queda desatendido”, declara, lo cual provoca que se le “frene continuamente” para estar al nivel de sus compañeros, por lo que algunos de ellos se cansan y no quieren ir a clase. “Por eso reivindicamos que se cumpla la Ley, no es un capricho del tutor, falta sensibilidad al respecto”. Su objetivo es sencillo, que sus hijos estén adaptados y sean felices estudiando.