“No es peatonalizar es un desierto”

400 personas exigen otra fórmula para limitar el tráfico en el centro comercial

27 nov 2018 / 11:56 H.

Con 63 años, a Juan Toledano, responsable de una óptica, nunca le había dado por manifestarse, jamás en toda su vida había tomado la vía pública en defensa de sus derechos, nunca había sentido la necesidad de dar el paso. “No es que esté en contra de la peatonalización, es que no han dejado opciones, por lo que los clientes se van, directamente, no vienen a comprar. En un año, he notado una caída de las ventas del 30% y llevo 47 años con el negocio”, argumenta. Tiene una óptica en la manzana que, desde hace un año y un día, está cerrada al tráfico, está dentro de la zona peatonal. Este proyecto es uno de los empeños personales del alcalde, Javier Márquez, convencido de las bondades de unos cambios que en ciudades como Pontevedra y Vitoria, según pone de ejemplo, al principio fueron controvertidos y, actualmente, son del agrado de toda la población y contribuyen a crear unas urbes más amables que, incluso, son un ejemplo para capitales de todo el mundo. Los argumentos del máximo responsable municipal, sin embargo, no convencen. El Centro Comercial Abierto Las Palmeras y los industriales del Mercado de San Francisco convocaron una protesta para hacérselo saber. Su acción reivindicativa, según la Policía, reunió en torno a 400 personas, el doble, según los convocantes.

Al comienzo del recorrido, en la plaza de la constitución, se notaba que el manifestantes no están muy puestos en estas lides. Son responsables de negocios tradicionales, acostumbrados a poner siempre la mejor cara al cliente. “Yo no quería, es que no me ha quedado más remedio”, explica uno de los que van en la manifestación que, en silencio, baja por Bernabé Soriano, después de comenzar en la Plaza de San Francisco. A la cabeza de la comitiva, sin pancartas, responsables de la patronal del comercio local y de la plaza de abastos. Al pasar ante la Delegación de Hacienda, comienzan algunas bromas. “Se nos han olvidado las piedras”, dice con un humor negro una de las manifestantes. Al ver que cada vez son más, comienzan a corearse consignas como “No es peatonalización, es desertificación”, “el centro se muere” o “alcalde, no nos jodas más y déjanos trabajar”. Patrullas de la Policía Local y la Comisaría siguen el recorrido, sin que haya problema alguno. Muchos pequeños empresarios echan el cierre a sus tiendas cuando ven venir a sus compañeros y se les unen. “He tenido trabajo hasta ahora mismo, no está la vida para perder dinero”, se excusa una mujer que clausura un conocido establecimiento de la calle Espartería. Junto al comienzo de esta calle se origina el único momento de bronca de la protesta. Un grupo quería ir hasta el final de San Clemente para tomar los Jardinillos y subir por Doctor Eduardo Arroyo. Un recorrido que, por motivos de seguridad, se les prohibe, al igual que la pretendida subida por la calle Campanas, en plenas obras. El propio intendente jefe de la Policía Local, Rafael Domingo, se lo explicó a los representantes de las entidades convocantes, Francisco Gutiérrez, presidente del Centro Comercial Las Palmeras; Bruno García, de Comercio Jaén, y Daniel Berrios, secretario y portavoz de la Asociación de Industriales del Mercado de San Francisco. Los tres iban a la cabeza de la protesta y tomaron la palabra en la Plaza de Santa María, donde concluyó el acto reivindicativo. Leyeron un manifiesto en el que recordaron que, por no haber pactado las medidas que se aplican en el centro de la capital, que básicamente consisten en limitar la circulación de vehículos, sus negocios tienen pérdidas que rondan el 30%. Marta y Amparo López, dos hermanas que están al frente de una pequeña boutique, lo sufren en sus carnes. Su “suerte” es que tienen otra tienda en el centro comercial a la que algunos clientes de toda la vida, no todos, les piden que les envíen género. “Es que no pueden venir, no saben cómo llegar, porque necesitan algún vehículo y tardan muchísimo, por lo que, al final, lo dejan”, argumentan. Otra pareja, que tiene una carnicería, hecha de menos a los compradores de los pueblos. “Al cerrarse al tráfico Bernabé Soriano, tienen que dar mucha vuelta, el circuito que se ha creado no es cómodo, no es fácil, y la gente se aburre”, sostienen. “Esto no es Pontevedra. Quizás deberíamos centrarnos en lo que tenemos de ciudad”, fue otro de los razones que se escucharon entre los que protestaban. Ya frente al Ayuntamiento, le correspondió al responsable de la asociación del centro comercial, lanzar su propuesta de que la peatonalización se limite a los fines de semana, al estilo de otras ciudades, al menos, mientras se solucionan cuestiones como la falta de aparcamiento y los problemas de accesibilidad. “La situación del comercio en general es difícil”, porque luchan contra las ventas por internet y los centros comerciales, pero, en palabras de Gutiérrez, “no es normal lo que está pasando aquí”, con respecto a datos de tiendas de la misma ciudad. “En otras zonas comerciales no ocurren esas diferencias de ventas”, ha apostillado. Con este protesta, que consideraron un éxito de público, confían en que haya un cambio de postura por parte del equipo de Gobierno que, lamentan, en este caso, “comenzó la casa por el tejado”.

Persianas que cierran y carteles para pedir disculpas

O estaban ya cerrados, porque sus dueños estaban en la protesta, o echaban la persiana al paso de la manifestación. Lo cierto es que la convocatoria de protesta de ayer logró uno de sus objetivos, como es el cierre de los comercios del centro comercial abierto. Salvo contadas excepciones, las tiendas estuvieron sin actividad durante las dos horas de la protesta. Se colgaron carteles para pedir disculpas a los clientes e informar de los motivos.