Trastornos alimenticios, el talón de Aquiles del verano
Las dietas seguidas durante la primareva son las primeras causantes de la problemática
Las dietas milagrosas que muchos jiennenses comienzan antes del verano para lucir “buen tipo” en las vacaciones no siempre se atañen a su nombre. La obsesión por conseguir un cuerpo que se ajuste a los cánones estéticos de la actualidad hace que muchas personas, sobre todo lo jóvenes, caigan en comportamientos reiterativos y compulsivos que, en ocasiones, pueden acabar en forma de un trastorno alimenticio. Entre los más frecuentes, destacan los casos de anorexia y bulimia que, aunque ahora se detectan con más facilidad y antelación, siguen apareciendo en la sociedad.
La primavera es el germen. La “operación bikini” que cada año se instala en los hábitos alimenticios de los jiennenses comienza unos meses antes de la época estival, cuando, en el caso de que las dietas pasaran a volverse obsesivas, se comienzan a detectar nuevos casos de trastornos como la anorexia o la bulimia. Según un estudio del comparador de seguros “Acierto.com”, la mitad de los españoles aseguran haberse puesto a dieta alguna vez en la vida, y no solo eso, sino que hasta al 61,5% le preocupan las calorías que ingieren. Y si bien el 54% solo trata de llevar una alimentación equilibrada, un preocupante 7,5% cuenta las calorías que se lleva a la boca. Un comportamiento que puede derivar en trastornos de la alimentación que, tal y como expone el estudio, sus detecciones se disparan entre y un 20% y 25% en la época estival. Asimismo, también indica que, durante los últimos cuatro, se aprecia un incremento en el número de pacientes varones y estima que hasta 70 millones de personas en todo el mundo sufren patologías alimentarias, donde el 85% son mujeres.
Acerca de esto, la psicóloga especialista en trastornos de la alimentación Marisa Gómez explica que para desarrollar un trastorno de alimentación, hay que ser “vulnerable”, ya que no lo desarrolla todo el mundo. Así, indica que los factores de vulnerabilidad ser tanto personales como familiares y sociales. La psicóloga jiennense sostiene que la persona que desarrolla un trastorno de alimentación suele ser muy perfeccionista, con un pensamiento muy dicotómico (del todo o nada y donde todo es blanco o negro), con una baja tolerancia a la frustración, con una baja autoestima, muy insegura y más introvertida. Asimismo, apunta que este tipo de trastornos son más comunes durante la adolescencia y diferencia entre la anorexia, que aparece en torno a los 12 años, y la bulimia, que surge entre los 18 y 20. “Tiene mucho que ver el ritmo de vida de la sociedad. Esto está haciendo que ambos extremos se expandan. Es decir, encontramos casos de personas con 9 o 10 años que tienen ya este trastorno o también personas mayores que están iniciando la menopausia”, comenta. Respecto al género, Gómez subraya que, por cada 10 casos, 9 son chicas y recalca: “No es que los casos estén aumentando, los casos de anorexia o bulimia pura como veíamos hace unos años con un deterioro físico importante, afortunadamente, ya no se ven tanto”.
Es con la vuelta a la rutina después de las vacaciones de verano cuando las familias comienzan a notar estos cambios en sus hijos o parientes. Estas modificaciones en sus comportamientos se notan, en gran medida en la alimentación, ya que pasan a no querer comer fritos o productos que consideran calóricos. La psicóloga advierte que las personas que comienzan a sufrir un trastorno alimenticio se vuelven muy irascibles y en su clínica hay frases que siempre se repiten: “No hay quien la aguante”, “siempre fue muy dulce y un primor”, “no hay quien le hable”... Además, otra conducta muy común es el aislamiento de su entorno social, sobre lo que Gómez explica: “Lo celebramos todo alrededor de la comida, entonces se aíslan mucho, porque para las personas con estos trastornos son situaciones de riesgo. No quieren ir a eventos sociales, salir con los amigos, siempre ponen excusas... Esto es lo primero que se detecta, no solo un cambio en la alimentación, sino con respecto a las actitudes con familiares y amigos”.
Junto con la anorexia y la bulimia, un nuevo trastorno de la alimentación está en auge en la sociedad jiennense. La ortorexia se presenta como una obsesión por la comida sana. “El gran problema que esto tiene es que la obsesión se disfraza a través de una alimentación saludable y se pasan horas mirando no solo las calorías, sino el contenido de los productos. Con esto se restringe muchísimo la alimentación. Es un trastorno mental que es una mezcla de no tanto la obsesión por el físico como por una alimentación sana, pero tiene consecuencias a nivel corporal.
ASPECTO. Y es que la insatisfacción con la imagen personal se ha instalado con fuerza en todos los pensamientos. Según un informe de la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción (FAD), esta problemática afecta sobre todo a las adolescentes y jóvenes. Así, entre otros datos, el estudio señala que solo el 26% de las chicas se siente a gusto con su peso, frente al 33% de los chicos. Respecto a la opinión que ellas tienen sobre su físico también es más negativa. De esta forma, la FAD destaca que al 64% de las mujeres les gustaría pesar menos en comparación con el 50% de los hombres. Asimismo, la mayoría de jóvenes (88%) aseguran estar preocupados por su aspecto físico y por lo que los demás piensan de ellos. Un grado de preocupación que también es mayor entre las mujeres. “En Jaén detectamos mucha insatisfacción corporal. Es decir, ya no es tanto una restricción de alimentos, sino el hecho de que no nos gusta nuestro cuerpo. Estar insatisfechos genera un estado de ánimo bajo. Y, en realidad, si preguntamos a nuestro alrededor, poca gente va a decir que está a gusto”, añade Marisa Gómez. Sin embargo, alenta a no pensar que esa insatisfacción evita que la vida no pueda tener un desarrollo normal o poder disfrutar de las pequeñas cosas.
La pérdida de salud debido a las carencias nutritivas es uno de los principales problemas a los que se enfrentan las personas que padecen trastornos alimenticios. David Fuentes, dietista de la clínica Centro de Especialidades “La Estrella”, comenta que un desorden como la anorexia conlleva a una merma de todo el grupo de vitaminas y minerales necesarios. Asimismo, el dietista jiennense sostiene que, si hay una bajada de peso severa, se puede producir pérdida de tejido muscular y de masa ósea. Fuentes enuncia que, para lograr una recuperación de nutrientes, hay que reintroducir alimentos poco a poco. “Tendríamos que utilizar preparaciones y comidas que tengan altas cargas energéticas. No podemos obligar a una persona a que coma una cierta cantidad, porque con eso se saciaría muy rápido y no hará que su dieta sea rica en energía, que es lo que hay que buscar”, dice. Aconseja, además, que en el caso una persona con anorexia no se establezca una dieta con muchas verduras o plantas, ya que tienen bajas calorías. “No es que no se coman vegetales, pero la prioridad debería de ser otro tipo de alimentos como fruto secos o frutas deshidratadas”, aclara Fuentes. Asimismo, asevera que los productos ultraprocesados (preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias derivadas de otros alimentos) están totalmente vetados de las dietas para personas con trastornos alimenticios e insiste: “Parece que una persona que está muy delgada tiene manga ancha para comer cualquier cosa. Y eso realmente no es así, porque los alimentos ricos en azúcares refinados o ultraprocesados para nada son aconsejables para la salud”. Respecto al ejercicio físico, David Fuentes señala que, en estos casos, debe de estar monitorizado y controlado, ya que las personas que suelen tener estas enfermedades usan el deporte como estrategia y herramienta para eliminar las posibles calorías que hayan podido consumir y, así, evitar aumentar de peso. Por lo tanto, un descontrol del ejercicio podría ser contraproducente en una recuperación, ya que producirá un mayor estado de delgadez. Por lo que habría que controlarlo. Incluso, en algunos casos, Fuentes asegura que podría ser desaconsejable.