Un mundo de guerreros y diosas

Alos íberos le gustaba el arte de los griegos, eso explica que, en 2010, tras una riada, se encontrara en el yacimiento de Piquía, en Arjona, cuatro cráteras llegadas desde tierras helenas, posiblemente, fruto de un intercambio comercial. En estas vasijas se cuenta una historia en la que los protagonistas son Hércules y Elena de Troya, como explica el director del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, Arturo Ruiz, comisario de la exposición temporal que abrirá el Museo Internacional de Arte Íbero. Los personajes mitológicos protagonizan los momentos previos a una boda y, lo que viven, resume los personajes arquetípicos de los íberos, la dama, el príncipe, el héroe y la diosa, precisa Ruiz. Son ejemplos de lo que son, o aspiran a ser los hombres y mujeres de esta civilización, que ocupó una zona de Europa que se extendió por Jaén, parte de Córdoba, Granada y Málaga, el Levante, algo de Aragón y el sur de Francia; un “mundo” que está en el origen de lo que, actualmente es el Viejo Continente, y que tiene un papel crucial en su historia, como los Celtas, los Etruscos, los Griegos y los Tartessos, como sostienen Manuel Molinos y Arturo Ruiz.

Para entenderlos, hay que entender a sus damas, la primera parada del recorrido de la muestra inaugural, donde el visitante podrá quedarse boquiabierto ante la Dama del Cerro Alcalá. El príncipe estará ejemplificado con los hallazgos de la tumba que se encontró en suelo arjonero y, para ver a un héroe íbero, en los primeros días de andadura del centro cultural, se exhibirá al hallado en el paraje de El Pajarillo, de Huelma. La divinidad, que en la cultura íbera tenía nombre y forma de mujer, recuerda Arturo Ruiz, será la Diosa de Puente Tablas y se mostrará la inscripción dedicada a Betatun, encontrada en Fuerte del Rey, y que pone nombre a una mujer con poderes celestiales. Estos, junto al resto de objetos expuestos, suman en torno a unos 350 restos arqueológicos de primer nivel que no son más que un 10% de los 3.500 que se prevé que albergue el espacio museístico cuando su contenido esté completo. Para engrandecer la muestra, no solo se trasladan las piezas de la sala dedicada a Arqueología del Museo Provincial, que se mudan para quedarse, sino que llegan exvotos, figuras e, incluso, una parte de una ventana de templo, desde Baza o Torreparedones, en Baena. “Hay que tener en cuenta que, de los hallazgos catalogados, más del 50% han aparecido a partir del 2000”, reflexiona Manuel Molinos que, como su compañero arqueólogo Arturo Ruiz, está seguro de que el patrimonio íbero que se conserva en la provincia da para “varios museos”. No es una exageración, porque hay que tener en cuenta que más de la mitad de lo que se verá en el nuevo centro jamás se ha expuesto al público.

La información que el subsuelo jiennense atesora para entender a los íberos y su mundo, con unos 545 yacimientos catalogados, que aún tienen muchísimo que ofrecer para los investigadores, es tal que, de por sí, justifica la creación del nuevo espacio, en el que la Junta invirtió más de 26 millones de euros. Para que se entienda, apuntan los dos investigadores, es lo que ocurre en Italia con la conservación y la divulgación de su pasado etrusco. La necesidad de ahondar en su pasado justificó la construcción de dos museos de referencia mundial, como será el de Jaén, en Roma y Florencia. Este afán por aprender a interpretar lo que dejó una de las consideradas altas cultura mediterráneas, la ibérica, es lo que hace que el centro de investigación jiennense sea referencia internacional y extienda su labor más allá de suelo jiennense, con trabajos actualmente en marcha en Tútigi, en el municipio granadino de Galera, y Fuente de Piedra, Málaga.

Por eso, aunque dejan claro que no les corresponde a ellos decidir que piezas entrarán o no en la musealización final del Museo de Arte Íbero de Jaén, ya que está labor depende de la Consejería de Cultura, sí están convencidos de que una de las claves del centro será su capacidad de renovación constante, relacionada con una labor en los yacimientos que no deja de dar “alegrías” en la comunidad arqueológica. Lo que también tienen claro Ruiz y Molinos, como responsables del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén, es que la relación entre el espacio dedicado a la divulgación y el que ocupan los arqueólogos en el Campus de Las Lagunillas será constante, sin renunciar a ahondar en estos vínculos todo lo que sea preciso. Y es que los sitios arqueológicos que son visitables en la provincia, en el marco del Viaje al Tiempo de los Íberos, que puso en marcha la Diputación, son un ejemplo más de que el nuevo museo se extenderá mucho más allá del número 41 del Paseo de la Estación de la capital. De alguna forma, apuntan Molinos y Ruiz, sus “salas” se extenderán por toda la provincia y permitirán al visitante ver los juegos de luces en la Cueva de la Lobera de Castellar o “perderse” en Obulco.