Memoria española en Manila

Intramuros evoca los 333 años en los que Filipinas fue una colonia de España

27 may 2016 / 10:00 H.

El tráfico en Manila es un auténtico caos. La palabra atasco se queda corta para definir lo que se padece en la capital filipina. No en vano, son más de 20 millones de almas las que marcan el ritmo del área metropolitana de Gran Malina. Tiene el dudoso honor de encontrarse entre las urbes más superpobladas del planeta, en la que los distritos se superponen unos a otros en una secuencia que no parece tener fin.

La superpoblación también se puede apreciar en el aire denso y contaminado que se respira. La silueta de los grandes rascacielos de Makati está abrazada por una nube negra generada cada día por las emisiones de los millones de vehículos que se mueven por la ciudad. Muchos de los pasajeros de los populares jeepneys o de los triciclos se protegen con un pañuelo humedecido para evitar respirar este aire contaminado.

El objetivo de la expedición jiennense en la capital filipina es poder contemplar la huella que aún queda después de 333 años como colonia del Reino de España. Y para eso no hay mejor destino que encaminarse hacia Intramuros. Se llama así al barrio más antiguo de Manila y recibe el nombre por encontrarse en el interior del espacio amurallado. Estas murallas comenzaron a construirse por los españoles en el siglo XVI con el principal objetivo de preservar la ciudad de los ataques extranjeros.

La primera impresión cuando un español pone un pie en Intramuros es la de encontrarse en un lugar conocido. Resulta familiar. Una sensación que se repite al pasear por sus calles y recorrer sus más bellos rincones. Tal vez por eso sea una de las principales referencias turísticas de la ciudad de Manila y un barrio que el visitante no puede dejar de conocer. En cada esquina, un filipino disfrazado de soldado para atender al turista.

Fue Miguel López de Legazpi, primer gobernador de Filipinas, quienes estableció en Manila la nueva capital de la colonia española el 24 de junio del año 1571. La estratégica ubicación y los ricos recursos de los que disponía pesaron en tal decisión. Intramuros se convirtió entonces en el corazón de la ciudad, al confluir en él los principales poderes: político, religioso y militar. En la actual Plaza de Roma —en el pasado conocida como Plaza Mayor— se concentran la Catedral de Manila, las Casas Consistoriales y el Palacio del Gobernador. Curiosamente, el rótulo en letras doradas de esta sede está escrito en español. En el centro de la plaza, una estatua de Carlos IV. La Real Audiencia de Manila también se encontraba en las proximidades de la plaza durante el dominio español. Según reza en un cartel, el monumento se levantó en honor del monarca por enviar el primer lote de la vacuna contra la viruela a las Filipinas. Durante la época colonial se la consideraba el centro de la ciudad. Era el espacio en el que se celebraban las corridas de toros y otros actos públicos de carácter público.

En la plaza es casi imposible esquivar a quienes pretenden ofrecer al turista objetos para su compra: desde sombreros a rosarios o abanicos. También se ofrecen a dar un paseo en calesa, a la antigua usanza española, algo muy típico.

La Catedral de Manila está dedicada a la Inmaculada Concepción, patrona de Filipinas. Era originalmente una iglesia parroquial y dependía de la Diócesis de México en 1571, hasta que se convirtió en una diócesis separada ocho años más tarde. A pesar de lo que pudiera pensarse, el templo actual terminó de construirse en el año 1958. Es la octava ocasión en que se levanta, ya que ha sufrido, a lo largo de su historia, múltiples adversidades y desastres naturales, que terminaban con el derrumbamiento de la edificación religiosa. Muy próxima se encuentra la iglesia de San Agustín, declarada Patrimonio de la Humanidad, junto con otras dos, por la Unesco. Es el templo más antiguo de Filipinas existente en la actualidad, ya que se terminó de edificar en 1671.

Otro de los lugares de visita obligada en Intramuros es el Fuerte Santiago, que se encuentra a solo unos minutos. Fue la principal edificación militar de la época colonial en Manila. La fortaleza fue dedicada al patrón de España, el Apóstol Santiago. Se encuentra en la desembocadura del río Pasig y su papel fue defensivo. En el interior, pocos restos originales del pasado, ya que ha sufrido las consecuencias de luchas armadas, especialmente durante la II Guerra Mundial, en la poco quedó en pie. A pesar de ello, se han reconstruido algunos de sus elementos más destacados, como la puerta de acceso, con un relieve de Santiago y el escudo español que lució en la fachada.

Cobra un especial protagonismo para los filipinos el hecho de que uno de sus héroes nacionales, José Rizal, uno de los mentores de la independencia de Filipinas, viviera sus últimas horas encarcelado en el Fuerte de Santiago. De hecho, una escultura del filipino preside una de las zonas principales, así como desde la celda en la que estuvo recluido parte un camino de pisadas que recrea el trayecto que tuvo que recorrer Rizal antes de ser fusilado por sus ideas.

Casa Manila es la recreación de una vivienda colonial. En su interior, un museo, restaurantes y tiendas de recuerdos enfocadas al turista. Sin duda, se tiene la sensación de estar en España. Fueron más de tres siglos, y eso pesa.