Voluntarios sin horas ni reloj
El municipio vilcheño es el único de El Condado en el que funciona un Banco del Tiempo
La vida es más amena, dinámica y solidaria en Vilches, un municipio con 4.700 vecinos, con una iniciativa que surgió hace cuatro años cuando una vecina, Gloria, se acercó a las oficinas municipales y de esa visita surgió un taller de corte y confección. Este curso fue el primero de los más de treinta que se organizan a lo largo de nueve meses. La trabajadora social, Francisca Montanet, remarca que todos se basan en el voluntariado. “Las personas se ofrecen a enseñar lo que saben mientras que también son alumnos de otros cursos”, dice. El municipio es el único de la comarca del Condado en contar con este “Banco del Tiempo”, una iniciativa que ha recalado en grandes ciudades del país y se ha consolidado en el pueblo. El extenso voluntariado agrupa a varios miembros de una familia, como es el caso de Cati, que ofreció patinaje y elaboración de atrapasueños y consiguió que su madre, Enriqueta, se animara y organizase un taller de lana.
Simón y Silvestre son de los pocos hombres de Vilches que se han puesto al frente de otros dos talleres, esparto y bonsáis, respectivamente. La concejal de Participación Ciudadana, Manuela Berzosa, se muestra esperanzada: “En los últimos meses cada vez más hombres se acercan tanto para ser alumnos como para ejercer de monitores”. En conjunto, son más de treinta hombres y mujeres que se organizan para, de manera desinteresada, ofrecer su sabiduría particular y compartir un buen rato con sus vecinos, algo que sirve para “salir de casa en los largos días de invierno” tal y como reconocen muchos de los participantes. La población inmigrante también está representada. La comunidad musulmana de Vilches tiene su hueco, ya que varios vecinos se encargan de dar clases de castellano para el colectivo de mujeres árabes. Una de las satisfacciones que ofrece este sistema es la “relación entre los vilcheños de diferente edad, ya que hay alumnos desde los siete años hasta los ochenta”, remarca Montanet. Tres decenas de talleres desde bolillos, reciclaje, pasando por técnicas de relajación hasta, incluso, reparaciones básicas en el hogar. Toda una amplia amalgama de cursos basados en la solidaridad entre vecinos vilcheños. Mientras tanto, las dehesas del municipio son lugar de paso obligado por rebaños de ovejas, en la tradicional trashumancia.