Ensalada de carrueco

27 ago 2017 / 11:04 H.

AEl carrueco o carruécano es el fruto obtenido de la planta calabacera o Curcubita, conocido como “pavo de huerta” en la provincia de Jaén. Es de la familia de la calabaza, pero menos dulzón y con forma alargada y diversos tamaños. Sus principales variedades las encontramos en verano y otoño. Es un producto con muchas propiedades, rico en antioxidantes, con altas dosis de betacaroteno. Es un alimento de fácil digestión, con alto contenido de agua y fibra. En casa de mis abuelos se ha cocinado frito con ajos, pero otra forma muy característica era comerlo en ensalada, como postre o como plato principal de una ligera cena. Mi suegro, cuando sabe que voy a cocinarlo, me repite una frase que le repetían siempre sus mayores: “Tienes que comerte una arroba de carrueco (11´5 kilos) para hacer una gota de sangre”. Me encantan estas frases de nuestros antepasados, llenas de tanta sabiduría. ¡Seguro que tú recuerdas muchas de ellas también!

Elaboración

INGREDIENTES.

1 carrueco mediano, 3 ó 4 dientes de ajo, 1 cucharadita de pimentón dulce, aceite de oliva virgen extra (AOVE), sal, agua y vinagre.

PREPARACIÓN.

Pelar y cortar el carrueco en dados de unos tres centímetros. Poner a cocer en una cacerola con agua; que cubra un par dedos. Añadir un poco de sal. En una sartén, freír los ajos en rodajas con un poco de aceite. Cuando estén dorados, añadir el pimentón y remover continuamente con una cuchara de madera. Cuidado con no quemar el pimentón, ya que amargará el plato. Incorporar a la cacerola del carrueco y cocer a fuego lento, hasta que esté tierno. Retirar del fuego. Cuando esté frío, guardar en el frigorífico. Consejo: servir frío, templado o caliente, dependiendo del tiempo que acompañe, con un buen chorreón de vinagre.

Este es uno de los platos que más recuerdos me traen de mi infancia. Sólo pensar en él, la boca se me hace agua. Y acude a mi memoria tardes inolvidables con los abuelos y mis padres, toda la familia unida. Se hacía vida en la gran cocina con chimenea y recuerdo a mi abuela siempre con el “baby” o el delantal puesto, preparando con cariño multitud de platos que después disfrutábamos todos juntos. Creo que ahí nació mi pasión por nuestra cocina. De ese espacio lleno de amor, aromas y vivencias.