Fervor y manos en el corazón entre palios, varales y tronos

Todas las hermandades procesionaron por las calles de la Ciudad de las Minas entre aplausos, vítores y una devoción que no tiene igual

30 mar 2018 / 11:21 H.

Los incesantes vaivenes del tiempo no impidieron que las tres hermandades que tradicionalmente marcan el Jueves Santo en la Ciudad de las Minas desfilaran por las calles de Linares. La primera en hacerlo fue El Rescate, que salió a las cuatro y media de la tarde de la Basílica de Santa María La Mayor. Una vez en la lonja, el paso del Cristo, que representa a Jesús frente al pueblo judío, se meció a hombros de los costaleros al son de los tambores y trompetas de la Agrupación Musical María Santísima de los Dolores. De esta manera, Jesús del Rescate lució sus estrenos, un respiradero nuevo en su paso, cíngulo y potencias plateadas, y un escapulario recientemente bordado.

Por su parte, Nuestra Señora de los Dolores, obra de Luis Álvarez Duarte, estrenó mariquillas de cristal y plata durante un desfile en el que el olor del incienso y el mecer de los varales conformaron una tarde mágica para todos los cofrades.

La representación del Prendimiento de Jesús, perseguido por los romanos, salió de la Iglesia de San Agustín cuando las agujas del reloj marcaban las cinco y media. Se trata de una cofradía que goza de gran devoción entre los linarenses, por lo que procesionó entre infinidad de vítores y aplausos. La hermandad protagoniza uno de los momentos más emblemáticos de la Semana Santa linarense, que no es otro que la lectura de la sentencia en una Plaza del Ayuntamiento que estaba hasta los topes para escuchar como Poncio Pilatos se “lavaba las manos” y dejaba en manos del pueblo el destino de Jesús que, bajo la atenta mirada de la Virgen del Rosario, continuó su desfile por Linares. Otro momento destacable de la procesión de Jesús del Rescate, que estrenaba una túnica bordada en oro fino por Álvaro Abril, fue su paso por la calle Rosario, un barrio donde existe una devoción especial por la Virgen que lleva su nombre. Allí, ambas tallas fueron protagonistas de las letras de unas saetas que llegaron al corazón de los linarenses que allí se personaron. La luz tenue del casco histórico, sumado a la humareda del incienso, el silencio de los presentes y el torrente de voz de los cantantes, crearon un ambiente difícil de olvidar.

Finalmente, la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Columna, que este año adelantó su salida a las cinco y media, abrió las puertas de la Basílica de Santa María La Mayor para su salida en procesión. La restauración de los varales del paso de palio de la Nuestra Señora de la Amargura fue el principal estreno de una cofradía que se caracteriza por su gran recogimiento dado lo que representa, que no es otra cosa que la flagelación de Jesús, que permanece atado a una columna mientras es azotado por sus torturadores. La Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Columna puso el toque de solera y tradición a los movimientos del paso del Cristo, mientras que el Ateneo Musical Banda Joven “Las Torres”, formación natural de Torreperogil, hizo lo propio con el trono de la Virgen de la Amargura, que arrancó un sentimiento especial por la expresión de su rostro, el de una madre que no soporta el sufrimiento de su hijo. En definitiva, se trató de un Jueves Santo que despertó el sentimiento de toda una ciudad, que espera con ansia que la amenaza de lluvia no entorpezca el día más grande de los linarenses.

Así, el Viernes Santo es una jornada cargada de devoción en la que salen a las calles de la ciudad cinco procesiones y que detienen la Semana Santa hasta el próximo domingo, cuando los cofrades de Linares acogerán la salida de la última procesión, que representa la alegría de la resurrección de Jesús.