Lamento y luto el Viernes Santo

Las calles se llenaron de imágenes, cofrades, costaleros, portadores y mantillas

27 mar 2016 / 10:35 H.

Los vecinos de la ciudad de los Cerros se levantaron temprano, el Viernes Santo, para cumplir con una tradición que pasa de generación en generación entre la población ubetense y que tampoco suelen perderse los turistas que llegan en estos días. Se trata de ver la salida, a las siete de la mañana, por la puerta de la Consolada, de la Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, llamado “de las Aguas”; la Santísima Virgen de los Dolores, San Juan y la Verónica. Este año cumplió setenta y cinco años de la bendición de la imagen de Jesús Nazareno. Tanto el Cristo como la Virgen de los Dolores son llevados por costaleros en su discurrir por las vías públicas del municipio.

A las diez, también desde Santa María de los Reales Alcázares, comenzó su itinerario la muy ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Santísima de la Amargura. Sus portadores, a hombros y con sumo mimo, siguieron las instrucciones de su guía para llevar a Jesús de la Caída.

Ya a las doce y media del mediodía asomaba a la puerta del templo de la Santísima Trinidad la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de los Dolores, acompañado de cientos de hermanos que iban con sus titulares mientras portaban hachones o enseres de la hermandad.

Al filo de las dos de la tarde, en la iglesia de San Isidoro, empezó su desfile la Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias y el Descendimiento de Cristo. El grupo escultórico del Señor, obra del ubetense Marcelo Góngora, fue portado por costaleros en su caminar por las calles del centro.

Sobre las siete y cuarto de la tarde el templo de San Millán, en el histórico barrio del arrabal medieval, vio cómo partía para cubrir su recorrido la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y María Magdalena. La Soledad congregó a miles de personas que llenaron los rincones del barrio para presenciar tanto su salida como la subida a la carrera de la Cuesta de la Merced. Conducido por los costaleros, el trono subió, un año más, la pendiente como si se tratara de un trayecto llano. Pelos de punta, llantos y mucha emoción son algunos de los sentimientos que despertó la de Reina de San Millán, entre los miles de almas que se dan cita para acompañarla. Para cerrar el Viernes Santo, desde Santa María salió en un silencio, solo roto por el sonido de las marchas de su banda, la Cofradía del Santo Entierro y Santo Sepulcro, con un desfile por la monumental Plaza de Vázquez de Molina.

Sin duda lo que hace única a la Semana Santa ubetense es la Magna Procesión General, en la que toman parte todas la cofradías que no son de silencio. Las fechas vacacionales hace que, cada año, a los miles de devotos se unan numerosos turistas, así como personas procedentes de distintos puntos de la comarca y la provincia.