Se abren las puertas de la Pasión

La Borriquilla y Jesús Nazareno desfilaron por las calles el Domingo de Ramos

15 abr 2019 / 16:43 H.

La mañana del Domingo de Ramos comenzó con alegría y el repique de campanas de cada espadaña eclesial que anunciaba un nuevo domingo de palmas. Nuestro Padre Jesús de la Paz, a su entrada triunfal en Jerusalén, abría la carrera oficial iliturgitana. El paso alegre, del más conocido como “La Borriquilla”, partía del Templo Mayor de la ciudad, alrededor de las 11 de mañana tras celebrar la Eucaristía de Palmas. El silencio se apoderaba del altozano Serrano Plato debido al momento delicado que se vivía en aquel instante, previo a la primera estación de penitencia de una Hermandad de nazarenos por las calles andujareñas. La puerta de San Pedro, de Santa María La Mayor, parecía, quizás, estrecharse cada vez más, según avanzaba el imponente paso de misterio que con su gran palmera acariciaba las piedras antiquísimas que confeccionan el templo mayor.

Al caer la tarde, la Pontificia Cofradía de la Santa Vera+Cruz se echaba a las calles andujareñas. Alrededor de las siete de la tarde, su Cruz de Guía, al paso con el muñidor y dos niños revestidos con trajes de librea, anunciaban que la hermandad silenciosa del Domingo de Ramos ya inundaba el casco antiguo de la ciudad. Desde la capilla del Salvador y con un singular recorrido por la calle Jordán, el cortejo nazareno, revestido con ruan de color negro y cola recogida peculiarmente por los mismos penitentes en sus manos. Además, algunos de ellos rezaban el rosario intimo mientras avanzaban en procesión hasta Santa Marina, donde las calles comienzan a estrecharse cada vez más. Los momentos más sobrecogedores que la estación de penitencia regaló, fueron la delicada revirá de calle Mezquita con Alhondiga, debido a la estrechez de la misma, así como el paso por la calle Carmen, el silencioso rachear de los costaleros por la plaza de Santa María o el paso por la calle Villegas. El paso de misterio de Jesús Nazareno, era portado por 35 hermanos costaleros, que cargaban el peso del robusto paso, tallado en madera por José Carlos Rubio Valverde, que estaba alumbrado por cuatro faroles.