Una Semana Santa viviente

En la Semana Santa jiennense se dan estaciones de penitencia con diversas modalidades. Una curiosa muestra de ello son los pasos vivientes que se dan en diferentes municipios de la Sierra Sur

25 mar 2018 / 11:30 H.

Las procesiones se complementan de un protocolo que se inicia con la cruz guía o con la cruz parroquial y acaba con una agrupación musical pasando por un cortejo de personas vestidas de nazarenos, damas ataviadas de mantilla, insignias, símbolos, estandartería y representaciones capitulares y de hermandades. En muchas de ellas, los anderos son sustituidos por los nuevos costaleros bajo los majestuosos tronos y canastillas que portan las devociones singulares de la Pasión.

Curiosamente, esta iconografía desborda el primer sentido o simbología del origen de muchas estaciones de penitencia. Pues nacieron, en otros tiempos, desde que se quiso evangelizar en la calle y catequizar con el género que más entusiasma a los vecinos, el teatro. Este salió a las calles desde las catedrales y los templos, donde se realizaban pequeñas escenificaciones denominadas en unos tiempos misterios, en otros autos e, incluso Coloquios. Si se ahondara en los archivos de muchas parroquias no es de extrañar que algunos pasajes de la Vida de Cristo se escenificara, desde Navidad hasta su Muerte y Resurrección.

Muestra de este variante pasional son los pasos vivientes que abundan en la Sierra Sur. Formaban parte de un legado patrimonial que tratan de mantener todas las cofradías y se han visto refrendadas con las denominaciones de interés turístico. Comparten unas vivencias que, incluso, se asemejan a pueblos del sur cordobés y de las tierras sicilianas, como se han manifestado en dos exposiciones de Caminos de Pasión celebradas recientemente. Este teatro en la calle recibe diversos nombres desde la pasión viviente a pasos. No en el sentido de la Semana Santa más genérica, sino en pequeñas piezas interpretadas por diversos hermanos de cofradías con pasajes bíblicos, a la manera de los autos, en este caso, generalmente de Pasión.

Se remontan estas escenificaciones en torno al siglo XVI y no se centran en la secuencia pasional. Desborda el contenido de la Pasión de Cristo para remontarse a los primeros capítulos de la Biblia. Desgraciadamente, estos pasos del Antiguo Testamento han desparecido en su mayor parte y en las propias cofradías. Con el nombre de los Planetas, la Cofradía de la Veracruz de Alcalá la Real representaba el Paraíso Terrenal e, incluso, se atrevía a mostrar la cosmología de su tiempo con los Planetas o su visión terrenal con el Auto de la Muerte mediante el diálogo entablado entre el diablo y la muerte con su guadaña.

Como desfile procesional tampoco se conservan los pasos de los profetas, jueces, ángeles y arcángeles. Sólo como una “rara avis”, el Paso de Abraham se mantuvo hasta el siglo XX en casi todos los pueblos de la Sierra Sur (Alcalá, Castillo de Locubín, Frailes, Valdepeñas y Fuensanta). No ha decaído nunca y es un símbolo semansantero en la mañana del Viernes Santo de Alcaudete, con una escenografía muy similar a la que solía frecuentarse en los diversos pueblos del Sur. Pequeños escenarios de madera recordando el carro de Tespis, sobre los que montaban estos ingenios y autos provenientes de los desfiles de máscaras de las fiestas municipales. Del Nuevo Testamento se conservan los pasos de los Apóstoles de Alcaudete y Alcalá la Real, pero despareció el numeroso grupo de los Discípulos de Jesús, superando a los setenta, que en Alcalá la Real pervive testimonialmente con sus túnicas blancas y, adaptando su mortaja y corona con unas pequeñas cruces y estolas, portando la mesa de la Santa Cena, estelas con los versículos del Credo o la simbología de sus oficios o atributos devocionales.

En la Sierra Sur, las escenas pasionales perviven, así como otros recursos escénicos para comprender unos artificios en forma de mímesis, sin apenas palabras y con otros personajes, que a veces asumían los soldados de la propia tropa de la ciudad o los propios penitentes. Son los pasos o escenas de los momentos más importantes de la Pasión de Jesús. La Cena se celebra en Alcaudete y la recuperó Valdepeñas o se adaptó a los nuevos tiempos en Fuensanta. El Prendimiento se realiza en Alcaudete y en Alcalá (en esye último municipio en Viernes Santo extemporáneamente y dentro de la misma manifestación religiosa sin escenario alguno), y se ha readaptado en los otros pueblos de la Sierra Sur. La Sentencia y Condena se mantienen en Alcaudete y en Alcalá, pero ha sustituido el diálogo con el pregón de deje aflamencado de unos pregoneros que sustituyeron al clero que iba acompañando a las imágenes y, junto con los ministriles, cantando o recitando la Pasión. Incluso se conservan los textos, provenientes de pequeños libretos o manuscritos de siglos pasados como los del Castillo de Locubín o Valdepeñas, o a través de la tradición oral con sus deficiencias de transmisión en textos repletos de anacronismos.

Los Reos, con el nombre del Mal y Buen Ladrón, se exhiben en Alcalá con ribetes de personajes de la Santa Inquisición y pervive en Alcaudete; la Venta y el Arrepentimiento de Judas es un paso que nadie puede perderse de ver en la mañana del Viernes Santo de Alcalá la Real. La Lanzada, denominada en otros lugares Cristo de la Expiración, recuerda tiempos de siglos pasados con figuras como el Lazarillo. El Lavatorio de las Manos de Pilatos, el Juego de la Túnica, Simón Cirineo, los Azotes, la Velada, la Verónica o el Encuentro con las Mujeres se ven recreados por actores de la Sierra Sur, una veces a la manera de las antiguas mascaradas de sayones, judíos, romanos y soldados de la ciudad con los rostrillos de la Semana Santa de la Ciudad de la Mota y, otras veces, con personajes que acercan la Pasión de Cristo al siglo XX, como en Fuensanta de Martos o en Frailes.

No es extraño que estos retazos de la Semana Santa sean una joya del patrimonio jiennense que debemos conservar e invitar a otras personas para disfrutar del patrimonio. Pues, en palabras de los organizador de pasos y misterios. Semana Santa en el corazón de Andalucía y Sicilia, constituyen que “la historia milenaria del Mediterráneo ha cruzado desde tiempos remotos los destinos de Sicilia y Andalucía, dos regiones que comparten un alma cultural común que ponen de manifiesto ceremonias y tradiciones legendarias que mantienen vivo el particular modo que tienen los municipios de sentir, vivir y celebrar la Semana Santa, descubriendo al visitante las singularidades y similitudes de territorios hermanos. Y, en Jaén, la huella quedó clara en los pueblos del Sur con sus Semanas Santas vivientes.