Drones, “el regalo de las alturas”

Jiennenses se apuntan a la moda de comprar un artículo funcional y divertido

11 ene 2016 / 09:34 H.

Por el aire vuela uno de los juguetes más demandados en las recientes navidades, los drones, aviones teledirigidos capaces de reproducir imágenes espectaculares a vista de pájaro.

El jiennense Enrique Jesús Atienza compró el suyo hace una semana. Lo hizo en Amazon, por poco más de ciento treinta euros. No es de los más caros, sino el coste que tienen los que son, propiamente, “juguetes”. “Hay de muchos precios. Quiero el mío para tantearlo”, dice, y deja la puerta abierta a conseguir uno más profesional en el futuro, cuando sepa manejarlo.

Atienza está en el proceso de “domar” el aparato. Cuenta que es más complicado de lo que parece. “No resulta fácil, pero practicar es muy divertido”, asevera. Las dificultades ya han llegado. Quizá la más llamativa (e incómoda) en el uso del dron sea la batería. “Dura muy poco, unos diez minutos. Le he adaptado otra y ahora dura el doble de tiempo”, precisa. Reponer la carga supone una inversión de tiempo nada despreciable, siete horas, más o menos el tiempo que recomiendan dormir, cada día, a una persona. Luego están los accidentes. Pueden ocurrir en la tierra como en el cielo. Enrique Atienza lo corrobora: “En una de las últimas pruebas que he hecho, mi dron se estampó y se le rompió una hélice. Perdí el control”, recuerda.

Las normas para volar el objeto son reguladas por la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA). El colectivo establece una división entre aquellos que son de uso meramente recreativo y los profesionales. Si se emplean para realizar grabaciones profesionales o hacer actividades comerciales, su operador deberá contar una licencia de vuelo específica.

perfil. El documentalista frailero Antonio Anguita ya sabe a qué “grupo” quiere pertenecer: apuesta por darle uso artístico a su “pájaro”. Ahora cuenta con un dron sencillo, pero es cuestión de tiempo que adquiera un modelo “más potente”, capaz de ayudarlo en sus grabaciones. “Mi inquietud obedece a un factor profesional. Será una herramienta importante en mis proyectos futuros, porque consigue imágenes geniales”, manifiesta.

La evolución de Anguita es la que recomiendan los expertos: hacer pruebas y aprender a manejar un dron normal antes de tener uno con más recursos. El de Atienza, que es de la primera categoría, ya tiene una cámara deportiva. “La he adquirido para mejorar las fotos”, ahonda. Anguita fue el que introdujo “la fiebre” por los drones en Frailes. “Después de comprar el mío también gestioné los de algunos colegas”, asevera.

El artista tiene en mente un proyecto relacionado con grabar cimas. Ahí puede ser de gran ayuda el dron. “Obviamente no puedo aprender a manejar uno que cuesta, por ejemplo, mil euros”, indica. Hasta la fecha, las pruebas van bien. “Quiero profundizar en las normas para volar con seguridad”, añade. Según la AESA, las aeronaves deben pilotarse a una distancia máxima de quinientos metros y no más de ciento veinte de altura. La asociación explico que, para uso personal y recreativo, los drones se consideran dentro del mismo supuesto que otras aeronaves de recreo como aviones o helicópteros teledirigidos.

En el imaginario colectivo está la famosa imagen del cantante Enrique Iglesias en medio de un concierto. El intérprete de “Bailando” quiso coger un dron en el aire. Ya se sabe cómo acabó su impulso: sangre y cortes en los dedos. “El mío apenas pesa y si le da a alguien, no duele, pero uno grande sí lastima”, dice Anguita.

Los operarios son responsables de cualquier daño que cause el vehículo y las multas por incumplimiento de la legislación pueden llegar a superar los 185.000 euros, señala la AESA. Está por ver si el “tirón” de los aviones teledirigidos continúa en el futuro. De momento, las tiendas hacen caja. Y los usuarios evocan la infancia.