El Brujo más meditativo e íntimo

Rafael Álvarez presenta en el Teatro Infanta Leonor su última obra, Autobiografía de un yogui

06 oct 2018 / 10:38 H.

Ustedes abandónense, el espectáculo es largo, pero largo... y raro, pero raro...”. Así comenzó Rafael Álvarez, “El Brujo”, su actuación sobre las tablas del Nuevo Teatro Infanta Leonor dentro del marco del Festival de Otoño. El público jiennense respondió y ocupó gran parte del patio de butacas para aplaudir la nueva propuesta del actor, Autobiografía de un yogui. Pese a las advertencias iniciales sobre la densidad de la obra, el artista no ahorró al respetable las dosis de humor necesarias para romper el hielo. Una vez metidos en su bolsillo, los asistentes a la función se adentraron en el universo del intérprete, que apareció en escena vestido de color azafrán, en medio de un atrezo conformado por fotografías, lámparas, alfombras y la banda sonora de un sitar que, en directo, ambientó la puesta en escena.

Estableció Álvarez, durante la representación, ciertos paralelismos momentáneos entre su propia trayectoria vital y la del autor del libro en el que se basa la obra, Paramahansa Yogananda, al que se le considera introductor del raja yoga —una variedad del yoga en Occidente.

Dice el refrán que quien avisa no es traidor, y al Brujo, que nada más pisar el escenario alertó sobre la extensión temporal de su comparecencia, no se le pudo imputar exceso alguno. Efectivamente, su propuesta necesitó un par de horas para tomar cuerpo; no en vano, el volumen que es también guía de Autobiografía de un yogui no es, precisamente, un opúsculo.

Paz interior, meditación... Rafael Álvarez conectó con el público a través de dos partes diferenciadas, una primera en la que primó el carácter autobiográfico, y una segunda en la que el actor comparte con el respetable las sensaciones que la lectura de esos hechos le produjeron. Consiguió el artista atraer la atención de los presentes e introducirlos en la reflexión acerca del silencio, la tranquilidad, la espiritualidad y la interioridad, conceptos que pulularon por la sala durante todo el show.

Y es que la propia experiencia del intérprete como practicante de yoga se puso de manifiesto desde el primer momento, aquel en el que Álvarez acompañó con su voz al músico que, sitar en mano, entonó un cántico que puso en situación hasta al más duro de oído.

Todo lo que empieza acaba, por muy largo que se prometa, y Autobiografía de un yogui alcanzó también su última escena en un Nuevo Teatro Infanta Leonor que, a la vista del respetuoso silencio que capitalizó la tarde noche a pie de escenario, comprendió o, al menos, compartió la intención de El Brujo. Como si de una sesión de yoga se tratara, los presentes abandonaron el teatro imbuidos de serenidad y con las manos vacías de aplausos.