El “Cervantes” mira a Nicaragua

El Rey Felipe VI entrega a Sergio Ramírez el galardón de las letras más importante de España

24 abr 2018 / 09:20 H.

Dámaso Alonso, Jorge Luis Borges, Rafael Alberti, Miguel Delibes, María Zambrano, Mario Vargas Llosa y Eduardo Mendoza, entre otros, tienen algo en común. Todos fueron, en su momento, galardonados con el Premio de Literatura en Lengua Castellana “Miguel de Cervantes”, un reconocimiento que, este año recayó sobre el nicaragüense Sergio Ramírez. Como es tradicional, la ceremonia se realizó en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, en Madrid. “Un escritor fiel a un credo oficial, a un sistema, a un pensamiento único, no puede participar de esa aventura diversa, contradictoria, cambiante, que es la novela. Una novela es una conspiración permanente contra las verdades absolutas”, reseñó el escritor en un discurso con constantes referencias a su maestro, Rubén Darío, y al autor de El Quijote.

“A través de los siglos la historia se ha escrito siempre en contra de alguien o a favor de alguien. La novela, en cambio, no toma partido, o si lo hace, arruina su cometido. El vasto campo de La Mancha es el reino de la libertad creadora”, aseveró el nicaragüense. En este sentido, Ramírez puso el foco de atención en la realidad de hoy en día que “tanto abruma”. Así, el autor de Margarita, está linda la mar habló de caudillos “como magos de feria disfrazados de libertadores que ofrecen remedio para todos los males” o los caudillos del narcotráfico “vestidos como reyes de baraja”.

En su discurso, el escritor se centró en el exilio permanente de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos “impuesto por la marginación y la miseria”, y en el “tren de la muerte” que atraviesa México “con su eterno silbido de bestia herida. También habló sobre las fosas clandestinas que se siguen abriendo y los basureros “convertidos en cementerios”.

“Cerrar los ojos, apagar la luz o bajar la cortina es traicionar el oficio. Todo irá a desembocar tarde o temprano en el relato, todo entrará sin remedio en las aguas de la novela. Y lo que calla o mal escribe la historia, lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad”, reiteró el galardonado. Para Ramírez, no hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura. por lo que añadió: “Cuando paga tributos al poder, cuando no es democrático, solo quiere fidelidades incondicionales”. El autor defendió que los novelistas son más bien testigos de cargo, y que su oficio es “levantar piedras”. “Si debajo lo que hallamos son monstruos, no es nuestra culpa”, añadió. Por último, en su discurso, agradeció a varias personas su apoyo y cariño. Por un lado, recordó la “deuda imperecedera” con los escritores del “boom latinoamericano”, como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar o Mario Vargas Llosa, que “tanto” le enseñaron. También tuvo un recuerdo especial para su mujer, Tulita, a quien cree que le debe haber acabado en este oficio y que es “mejor novelista” que él, pues “ha inventado” su vida. También citó al periodista Juan Cruz o al director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva. Igualmente, el autor no se olvidó de dedicar unas palabras en memoria de los nicaragüenses que perdieron la vida en las protestas contra la reforma de la seguridad social del gobierno de Nicaragua. “A la memoria de los nicaragüenses que fueron asesinados por salir a la calle a reclamar justicia y democracia”, dijo justo antes de comenzar con la lectura de su discurso.