Felipe Sérvulo recibe las llaves de Castelldefels
El poeta y acuarelista iliturgitano obtiene el reconocimiento por parte de la alcaldesa María Miranda
La poesía de Felipe Sérvulo es escuesta con imágenes atrevidas pero pulcras y minimalistas que hace que en sus obras rebosen los aromas, los colores y los sonidos. Nacido en Andújar en 1947, Felipe Sérvulo no solo destaca en el mundo de la poesía, sino también en la pintura, con acuarelas cargadas de color y brillo.
Desde hace años, reside en el municipio barcelonés de Castelldefels donde, de manos de la alcaldesa, María Miranda, recibió las llaves del Ayuntamiento en un encuentro con la edil y a la que agradeció el reconocimiento. “Una mañana de lunes del mes de noviembre puede ser a priori desapacible, pero si vas a la alcaldía porque te han citado y allí te recibe con una sonrisa la alcaldesa María Miranda, para entregarte, después de una conversación las llaves del castillo de Castelldefels, esa llave simbólica que abre las puertas y , sobre todo, los corazones de los habitantes de esta ciudad, es un honor”, señaló Sérvulo quien siente como suyo al municipio catalán que eligió para formar una familia y completar sus formación académica.
Licenciado en Historia por la Universidad de Barcelona, el poeta iliturgitano desarrolló una intensa actividad literaria mediante la colaboración en medios radiofónicos y escritos como revistas de literatura españolas y americanas.
Tras dieciocho años como presidente del colectivo de escritores El laberinto de Ariadna y editor del pliego de poesía del mismo nombre, el poeta entiende que este reconocimiento se debe a su paso por el grupo de talentos de la pluma, del que afirma sentirse “uno más”. “La llave se multiplica para cada uno de los compañeros que se la merecen tal vez más que yo, y de los que siempre he sentido su amistad y apoyo”, explicó el artista. “Entonces, ese lunes frío de noviembre se llenó de calidez y buenos augurios”, señaló el ilirturgitano.
Rotundidad. La obra de Felipe Sérvulo es rica en imágenes poéticas que dosifica sin estridencias. Sus versos son certeros y firmes pero alejados de la artificiosidad. Autor de más de una decena de libros, entre sus publicaciones destacan La niña de la colina (2012), Ahora que amaneces (2013) o El último vagón (2017), publicado por la editorial Playa de Akaba. El Laberinto de Ariadna queda ahora en manos de la escritora Dolors Fernández, después de que Sérvulo afirmara vivir “unos años ilusionantes e irrepetibles” que van a perdurar siempre en su memoria. Señalaba sentir “nostalgia” por su marcha, pero consideraba que era una decisión meditada y con la confianza de que la nueva directora aportará “nuevas ideas” al grupo. También afirmaba seguir en el “camino de la literatura”.
Una de las obras con la que consiguió atraer a público de todas las edades, es Sit tibi terra levis (Que la tierra te sea leve), un poemario, que como se desprende del prólogo, anima al lector a nacer y revive a pesar de los duros golpes de la vida. El vacío que produce la pérdida reivindica otra presencia que lo colme, una especia de tránsito para quien se fue, pero también para quien se queda. Felipe Sérvulo construye ese camino con la intimidad como herramienta, y emprende así el necesario trayecto que requiere el duelo. La relación con el que marcha se renueva de esta forma y consigue que se convierta en una experiencia que sacude el alma.
Su forma de escribir fue reconocida en la tierra que lo adoptó con galardones como los premios Blas Infante y Sant Jordi, en 1986. Recoge el poeta en su blog personal, las palabras de Rainer Rike quien afirma: “La verdadera patria del hombre es la infancia”. Sérvulo añade que el hombre se ve expulsado de ese paraíso, algo que Castelldelfels no conseguirá porque el iliturgitano tiene las llaves.