08 dic 2015 / 13:01 H.
La décimo novena edición del Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, celebrada desde el 28 de noviembre y hasta este viernes, roza ya su fin con una excelente acogida de público y la mirada puesta en una fecha muy especial, la celebración de su vigésimo aniversario en 2016, que, como indicó su director, Javier Marín, será una ocasión “para evaluar el camino recorrido”. Esta edición se ha dedicado a las músicas cultas y populares y a la interacción que, desde antaño, se ha venido dando entre ambas, como una de las características definitorias de la música europea e iberoamericana. Además, se ha tratado de apartar la visión esencialista, purista y excluyente de la música antigua. Por ello, en esta edición del festival, se ha propuesto una visión dinámica de estos procesos de interacción a través de una selección de programas articulados en torno a la idea de convergencia entre lo culto y lo popular. Todo ello, sin olvidar la atención preferente que el festival presta a la recuperación del patrimonio musical español y latinoamericano, con varios programas de encargo, como aclaró Javier Marín.
Sin duda, esta edición ha sido todo un éxito de público, pues en muchas ocasiones se han llenado los aforos de sus emblemáticos escenarios. El mayor volumen de asistentes a los conciertos coincidió con los días del puente de la Constitución, ya que hay aficionados tanto nacionales como internacionales a este tipo de música, que organizan sus vacaciones en torno a la programación, sin duda, una muestra de la calidad de los espectáculos que oferta este festival, ya más que consolidado. Entre las actividades más destacadas programadas en ambas ciudades está un pasacalles por el centro histórico de las ciudades patrimonio con escenificación de danzas en palacios renacentistas. Estas músicas y danzas fueron interpretadas por el grupo Syntagma Musicum y muchos de los espacios públicos se quedaron pequeños para albergar a todos aquellos espectadores que querían disfrutar de este vistoso espectáculo.
El gran contratenor vitoriano Carlos Mena presentó, el sábado, en el Auditorio de San Francisco un proyecto con su grupo Capilla Santa María. A media noche, en la Santa Iglesia Catedral, Capella Prolationum y Ensemble La Danserye, dirigidas por Fernando Pérez Valera, interpretaron la Polifonía penitencial en la Baeza contrarreformista (1580-1625). Ya el domingo, en Úbeda, el público disfrutó del concierto de la soprano Verónica Plata, acompañada por el guitarrista Antonio Duro y el ofrecido en la Sacra Capilla de El Salvador por el grupo Al Ayre Español, dirigido por Eduardo López, un concierto de música barroca para el que el espacio se quedó pequeño para la cantidad de público. El lunes los conciertos se trasladaron a Baeza, al Seminario de San Felipe Neri, donde Andaraje, formación dirigida por José Nieto, interpretó un ritual de polifonías de tradición oral, y a las Ruinas de San Francisco, donde un concierto de la Real Cámara, dirigida por Emilio Moreno, cerraba los conciertos abiertos al público en general, con la tonadilla escénica, que muestra una España desgarrada y en crisis de segunda mitad del siglo XVIII.