La última faena del linarense

El torero y pintor, que falleció en Madrid, hubiera cumplido el jueves los 70 años

25 abr 2017 / 12:24 H.

Su nombre queda escrito en la historia del toreo como el único matador en la tauromaquia moderna en cortar un rabo en Las Ventas. Hacía 37 años que nadie lo conseguía y, después, no ha tenido sucesor. La “gesta” la alcanzó el 22 de mayo de 1972. Pero Sebastián Palomo Linares fue mucho más: pintor, actor y ganadero, además de un linarense comprometido siempre con su tierra natal.

Por sorpresa, en apenas unos días, la vida del torero se ha apagado. Falleció, según las fuentes oficiales, en torno a las cinco y cuarto de la tarde, aunque a lo largo de toda la mañana varias informaciones, entre ellas la de la Fundación Toro de Lidia, adelantaban su muerte. El estado era crítico y la situación se definía como “irreversible”. No pudo superar las complicaciones derivadas de una operación a corazón abierto en el Hospital Gregorio Marañón. La causa del fallecimiento fue una hemorragia cerebral como complicación de un postoperatorio de cirugía cardíaca. Palomo Linares fue sometido el pasado viernes a una intervención quirúrgica en el Hospital Gregorio Marañón y, tras la operación, pasó a la Unidad de Cuidados Intensivos. Este mismo jueves, hubiera cumplido los setenta años. Solo una semana antes, en Boadilla del Monte, se inauguraba una exposición retrospectiva de Linares como pintor, 50 años de pintura. 1967-2017. Él entró, un día después, en quirófano, optimista: “Después de todas las cornadas que he sufrido, ¿cómo voy a tener miedo a esto?”.

El ministro de Educación, Cultura y Deporte y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, amigo personal del diestro andaluz, fue de los primeros en trasladar su pésame a la familia del torero. El ministro subrayó la trayectoria profesional y humana de “una de las figuras del toreo más destacadas del siglo XX y que supo conectar con el gran público durante toda su carrera”. “Palomo Linares sobresalió por su carácter valiente y luchador, cuya impronta marcó buena parte de su vida”, señala.

El torero, nacido en Linares el 27 de abril de 1947, comenzó a ir a capeas a los ocho años y el 20 de julio de 1964 se inició profesionalmente, cuando participó en una novillada de concurso en la Plaza de Vista Alegre de Madrid. Dos años después, en 1966, recibió la alternativa en Valladolid y contó con Jaime Ostos como padrino y con Mondeño como testigo. Su primera oreja en la Monumental madrileña la obtuvo unos días después, el 22 de mayo, y su primera salida a hombros acaeció el día 26 de mayo, cuando le cortó las orejas a Andrajoso, un toro de Domecq. Ese mismo año, el de su definitiva consolidación, salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza de Sevilla. La confirmación de alternativa, y a la vez su debut en Las Ventas, llegó el 19 de mayo de 1970. Palomo Linares se retiró en 1982 tras una corrida en Bogotá, pero reapareció un año después en Lima. Tras otra retirada en 1985 y otra aparición en 1993, se retiró definitivamente en 1995 en una corrida de toros nocturna en Benidorm. A su actividad como torero se suma la de ganadero, la de pintor y también actor, tras participar en Solo los dos (1968) y Nuevo en esta plaza (1966), junto con Marisol.

“Amaba Linares y siempre estuvo muy presente”

Minutos después de la confirmación del fallecimiento del torero, Eduardo Palomares, responsable de la emblemática galería Eduma de Linares y una de las personas más cercanas a Sebastián Palomo, todavía no se había hecho a la idea, como confesó emocionado a este periódico. “Sebastián es —todavía en presente— una persona muy especial, muy reconocido por muchos aspectos pero, sobre todo, por su gran cantidad de amigos. Es una gran pérdida. Era un hombre siempre dispuesto a echar una mano donde hiciera falta. Ha sido tan rápido que no nos hacemos a la idea. Hasta que no se pasen unos días no nos vamos a dar cuenta la falta que nos va a hacer”, destacaba.

Él estuvo presente en la muestra que se inauguró el jueves para conmemorar su medio siglo pintando: “Es la primera vez que se inaugura una exposición sin que él estuviera, pero él se empeñó”. “Tenía tres exposiciones más previstas”, reconoce. “Trabajaba mucho; pintar le servía para relajarse. Solo quería estar inventando, hacer cosas nuevas”, destaca. “Siempre ha dicho que su afición a la pintura ha sido paralela al mundo del toro. Contaba que sus primeros lienzos fueron las aceras y el pincel, las tizas. Cuando dejó el toreo, se dedicó de lleno a las exposiciones”, recuerda. En la galería que él dirigió, Palomo Linares expuso por primera vez en España. “Fue en 1982 y, desde entonces, hemos tenido cinco exposiciones individuales y algunas más colectivas”. “En la actualidad, en el nuevo espacio que dirijo, participa en una muestra colectiva con tres obras”, añade. “Linares siempre ha sido muy importante para él; se puso su nombre como apellido. Amaba Linares y siempre ha estado presente en su vida”, destaca. Y recuerda que, de hecho, hace apenas un mes estuvo aquí en un homenaje que le brindaron.