Luto y silencio en la tarde de Curro Díaz en San Fermín

El linarense regresa al ruedo un día después de dar muerte al astado que mató a su compañero Víctor Barrio

11 jul 2016 / 11:30 H.

Enmudeció la plaza. Pamplona lloró la muerte de Víctor Barrio mientras recibía el último adiós en su tierra natal, Sepúlveda (Segovia). Ahí, en la Feria de San Fermín, un linarense, Curro Díaz, se enfrentó a la faena más dura de su vida. El linarense completó cartel con Iván Fandiño y Juan del Álamo, ante más de 19.500 personas y con astados de la ganadería salmantina de Pedraza de Yeltes. Pero lo que hace unos días se anunciaba como una esperada tarde se convirtió en una corrida marcada por el luto. Díaz regresó al ruedo cuando no hacía ni veinticuatro horas que se vio obligado a dar muerte a Lorenzo, el astado que acabó con la vida de Barrio.

La tarde en Navarra arrancó con un paseíllo triste, marcado por el toque de silencio que hizo sonar la charanga de la Peña los del Bronce y por los signos de luto que lucieron los matadores y sus cuadrillas. Tanto Díaz como el resto miraron al cielo. No se podían olvidar de Víctor Barrio y de la fatal cornada que recibió en Teruel, y a él dedicaron el festejo. Fue una lidia que, sin embargo, no brilló, en la que los toreros no tuvieron la más mínima posibilidad de lucirse.

Curro Díaz se hizo cargo del primero, llamado Joya. El toro, como el diestro comentó, fue “complicado” y poco se pudo hacer. Luego fue a por el cuarto, el tostado Busca-Oro, que cada vez se metió más hacia los adentros y por momentos no había espacio para torear, por lo que el diestro lo tuvo difícil. A la hora de matar tampoco hubo suerte, y falló en tres ocasiones.

Tras darle muerte, aseguró: “Mato a los toros bien, pero se me ha puesto imposible. Creo que todas las tandas que ha tenido se las he intentado pegar. Es una pena que no hubiese durado más”. Y de nuevo, Barrio en el pensamiento, y una defensa de su profesión: “Es lo más bonito del mundo ser torero”. En sus faenas recibió palmas y silencio, respectivamente.

Del segundo y el quinto se hizo cargo Iván Fandiño, que también brindó al cielo. Con el toro Tontillo tampoco hubo posibilidad de lucirse, aunque el diestro vasco estuvo firme y recibió palmas. Para el quinto, Liebrote, hubo silencio y pitos al final, por tardar en dar muerte al animal, un toro descompuesto y rajado que terminó parado y entablerado. Juan del Álamo, que se acordó asimismo de la familia del fallecido, lidió el tercero y el sexto. La faena con Dudalegre resultó muy deslucida, a pesar de que el salmantino puso empeño, y acabó en silencio. Con el último de la tarde, Bello, tampoco hubo nada que hacer, y hubo pitos y bronca para el torero por sus fallos con el descabello. Fue un mal debut para los de Pedraza de Yeltes en una corrida que ya estaba marcada por el luto.

Cinco heridos en un cuarto encierro rápido y masificado
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La ganadería salmantina de Pedraza de Yeltes debutó en las fiestas de San Fermín con un encierro rápido y emocionante, que contó con una presencia masiva de corredores al coincidir en fin de semana. Sin embargo, cinco personas tuvieron que ser trasladadas hasta el Complejo Hospitalario de Navarra tras el cuarto encierro, dos de ellas graves por cornadas. Ambos heridos por asta fueron intervenidos en la enfermería de la plaza de toros. En concreto, uno fue operado en los quirófanos por asta de toro en el cuello, que le diseccionó la tráquea y cartílago hioides y su pronóstico era grave.