Phisqa y una sólida fusión del jazz y ritmos peruanos

El sexteto musical ofrece un concierto en el Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén

27 ene 2019 / 11:21 H.

Los jiennenses volvieron a gozar de un encuentro con el mejor jazz en directo, esta vez, en el Colegio Oficial de Arquitectos de Jaén, que se convirtió en el escenario escogido por el Club de Jazz de la Universidad, que coordina la asociación Jaén Jazzy, junto con la institución universitaria, para hacer realidad la cita mensual con este género musical. Phisqa, el sexteto liderado por el batería peruano-irlandés Cote Calmet e integrado por Miguel de Gemma, al saxo soprano; Carlos Ligero, al saxo tenor; Alberto Martín, a la trompeta, y Alejandro Tamayo, en el contrabajo, hizo disfrutar al numeroso público asistente con suaves y dinámicos ritmos, cargados de emoción, sentimiento y una dosis de dulzura acompasada.

De gira por Andalucía, la banda —cuya próxima parada será el 3 de febrero en el Booga Club de Granada —toma su nombre del número cinco en quechua, la lengua nativa de Perú, para recorrer la comunidad autónoma con Granada, ciudad en la que reside Calmet, y su riqueza cultural como punto de partida.

Nombrado como uno de los bateristas más versátiles de Dublín, Calmet se pone al frente de una formación con la que triunfa allá por donde pasa y en la que se puede apreciar los avances de un joven músico que ya es reclamado en los grandes escenarios de Lima. En Jaén, Phisqa puso en escena una nueva forma de fusionar la rica textura de los ritmos afro-peruanos, andinos y amazónicos como los landos —propios de la costa peruana y perteneciente al folclore negro— o los panalivios —las danzas que se bailaban al son de los tambores de los esclavos africanos que llegaron al continente americano procedentes de España para realizar tareas agrícolas— con la elegancia, la espontaneidad, la libertad y el virtusismo que solo proporciona el lenguaje del jazz.

Formada en la capital de Dublín en 2010, la banda compuesta por De Gemma, Ligero, Martín, Navarro, Tamayo y Calmet proyectó un sonido enriquecido por los numerosos aportes culturales y musicales de cada uno de sus miembros procedentes de países tan distintos como Sudáfrica, Italia, Irlanda, Perú y Venezuela, que lograron transportar a los presentes hasta un mundo de mestizaje donde primó la unión de notas y orígenes para crear un estilo propio y único que supuso una nueva forma de escuchar y entender el jazz. Solo en un universo común, las ideas pueden fluir de tal forma que la música sea el nexo entre las distintas perspectivas de entender las culturas latinoamericanas y sus ritmos más tradicionales.