Recuerdos entre hilvanes, alfileres y miles de versos

Rosario Pardo se mete en la piel de Josefina Manresa con Quesada como testigo

29 mar 2017 / 11:35 H.

Recuerdos y confesiones entre hilvanes, dobladillos y alfileres. Josefina Manresa brilló con luz propia en este 75 aniversario de la muerte de su marido, del poeta universal. Lo hizo en la piel de Rosario Pardo, en el estreno de Los días de la nieve, con Quesada, la tierra que vio nacer a la viuda de Miguel Hernández, como testigo. Allí comenzó un viaje que la llevará a más de veinte municipios de la provincia durante los próximos tres meses y, después, escenarios nacionales. Más de 250 personas, significativamente su inmensa mayoría mujeres, presenciaron el estreno de este montaje que lleva el sello de la Diputación de Jaén y cuenta con un equipo artístico lleno de talento jiennense.

Una máquina de coser, un baúl, un vestido con el azul mar y millones de recuerdos, cartas y versos escritos en cuartillas desgastadas por el tiempo. Un texto vibrante de Alberto Conejero recorre la vida de la esposa de Miguel Hernández, la musa del poeta, la mujer enamorada, la joven de pueblo, la hija de un guardia civil, la madre que muere con su Miguelillo, la luchadora por la memoria de su esposo... Una mujer “feliz hablando de Miguel”, pero contando lo que ella quiere. Sus recuerdos son la columna que vertebra la obra, confesiones que hace a una clienta, papel en el que se mete el público desde su butaca durante los setenta minutos que dura la obra. Rememora cuando Miguel la buscaba a la salida del taller, su marcha a un Madrid que lo deslumbra y “mancha” su amor, sus dos bodas, la muerte de su padre y aquel mes en Jaén. “Qué regalo para nosotros aquel mes”, dice con una sonrisa melancólica. Pero poco les duraría, la enfermedad de su madre cortó de golpe aquellos días de luz para que la oscuridad de las cárceles se llevara su sonrisa por delante después.

La poesía de Hernández se cuela en cada instante y ella “cose y descose” palabras, cómo hay que cuidarlas, reflexiona. Rosario Pardo, dirigida por el villacarrillense Chema del Barco, toma las riendas del personaje y sorprende verla en un registro dramático, pero se crece conforme avanzan los minutos. Sus manos hablan y su máquina de coser canta para contar, desde su vida, todo lo que le ha tocado sufrir, de las mujeres de una generación, de su lucha callada, de su entrega sin concesiones. Una mujer que no se recuerda sin estar de luto, pero que todavía es capaz de seguir adelante y dejar que un rayo de luz del mar se cuele en su presente.