Taller del Prado: la periferia de Arco

16 mar 2016 / 09:20 H.

La llamada gran feria de arte, ARCO, pierde visitantes. El alto precio de las entradas frena aquel público joven de anteriores citas. Sí, ARCO ha dejado de ser un lugar abierto a la gran mayoría, para convertirse en recinto reservado a una minoría, cada vez más restringida, de clientes que cubre sus expectativas de mercado y, a mi ver, junto a pocas novedades coherentes, poco más. Sin embargo, en la periferia de esta feria madrileña entorno al llamado “arte contemporáneo”, se dan cita acontecimientos de menor fasto y, sin embargo y en mi caso, de gran interés. Tal sucede, por ejemplo, con Art Madrid, cuya andadura apuntala cada año su existencia convocando para cuantas personas van a ver y a sentir, más que a ser miradas o vistas.

El pasado año, junto a ARCO y Art Madrid, de la que, por cierto, los llamados medios se resisten a informar de modo suficiente, atrajo mi atención una magnífica exposición de dibujos inaugurada en la Galería “Jorge Juan” y prolongada hasta el mes de mayo de 2015. La prestigiosa galería, abierta desde 1977 y conducida por Mari Paz Pérez, puso ante la mirada del visitante una serie de piezas realizadas sobre papel por artistas españoles de verdadero interés. Obras de los siglos siglo XIX y XX de plural poética. Hora es, ciertamente, de poner en un mismo espacio y sobre una misma pared, piezas realizadas por artistas tan distantes como, por ejemplo, Francisco Bores y Manuel Benedito; Gutiérrez Solana y Rafael Zabaleta, Juan Barjola. Benjamín Palencia, Pablo Gargallo, Emilio Grau Sala, Redondela, Martínez Novillo, Nicanor Piñole, o Roberto Domingo... y pintoras, tales como Carmen Laffón, Olga Sacharoff y Menchu Gal. Por cierto, el dibujo de Zabaleta fue adquirido por un industrial granadino a instancias de su mujer quien, efectivamente, enseguida percibió entre el caserío almeriense la casa que había pertenecido a su familia. Pura anécdota si así lo deseamos, más de interés para quienes tienden a completar su idea sobre la pintura española que, sin embargo, se asienta y pervive de espaldas a ARCO.

Por cuanto hace a esta edición, además de hacer notar lo abultado del precio de las entradas y percibir cierto sosiego en lo novedoso, tuve la oportunidad de percibir lo ajustado de los siguientes premios otorgado por AECA: al Mejor Stand de la Feria, Galería Rafael Pérez Hernando, galardón entregado por Tomás Paredes, presidente de AECA; Mejor Artista Español vivo con obra en la Feria, Ignacio Llamas, por su intervención en la Galería Pilar Serra; entregado por Braner Kovig, presidente de AICA, Asociación Internacional de Críticos de Arte; el premio al Mejor Artista Internacional representación en la feria fue para Iris Schomarke y lo entregó Julia Sáez-Angulo, vicepresidenta de AECA. En fin, un acontecimiento más que, de algún modo, contribuye a legitimar la existencia continuada de “ARCO”.

Sin embargo y, claro es, sin deseo alguno de establecer juicio alguno de valor ni de prioridades, además de reforzar mi interés por “Art Madrid”, por segundo año, instalada a menos de tiro de piedra de la mismísima Cibeles; me place destacar la actividad del “Taller del Prado”, en cuya sede (Gran Vía, 16) se ha celebrado Gräphic. Se trata del Primer Encuentro Internacional de editores de obra gráfica, cuya acogida por parte de lo más cimero del sector, así como por el público en general está siendo de gran altura. Sí, hablamos de acontecimiento celebrado en Madrid, entre los días 24 y 28 de febrero, conducidos por el pintor y editor Francisco Molina Montero (Torreperogil, 1962); cuya iniciativa, insisto, ha tenido muy destacada repercusión en unos días de complejidad en el sector de las artes plásticas. Nos referimos a un tiempo como este, en que el concepto de obra gráfica, en sus diferentes versiones, es una parte muy importante y significativa dentro de las diferentes actividades artísticas y también del propio mestizaje que define la estampa actual. Tal acontecer casi lleva de suyo la necesidad de nuevos conceptos de creación y por consiguiente de un vehículo adecuado y, claro es, bien dotado a la hora de dar respuesta a tales necesidades y, al mismo tiempo, mostrar con exclusividad las novedades que día a día se producen en esta práctica del arte; dentro de cuyo universo, venturosamente crece de manera sensible el interés y la atención por la obra gráfica en sus múltiples facetas de expresión y procedimientos.

Pues bien, desde semejante necesidad surge Gräphic, según iniciativa de este jaenés que, a mi modo de ver, junto a su actividad de artista de gran anclaje en la actualidad, desea hermanar esfuerzos entre editores y, contemplado de manera más amplia, profesionales de la estampa, tanto a la hora de crear, como de difundir obras de artistas españoles y extranjeros. Obviamente, preciso advertir como, junto a obras realizadas con los procedimientos más renovados y actuales llamados ecológicos dado su rechazo a los ácidos; hasta medios meticulosamente litográficos, como los empleados por el estampador y editor de origen norteamericano instalado en París desde 1985, cuya labor fue reconocida con la concesión, en 2011, del nombramiento de Caballero de la Orden de las Artes y Letras por el Ministerio de Cultura Francés. De igual modo, han tenido representación en este primer congreso en torno a Gräphic, Taller del Prado, España; “Ogamis Pres”, Madrid, España; “Grafos Verlang”, Weiden, Alemania; “Michel Woolworth”, París, Francia, y “Fundación Alcara”, Madrid, España; por lo demás, firmas que han mostrado una selección de obras de numerosos artistas entre quienes sobresalen Rafael Canogar, Fernando Berbell, el malagueño Enrique Brikman, Luis Feito, Alberto Corazón, Miki Leal, Abran Lacalle, Blaise Drummond, David Shrigley y un largo etcétera, que no cabe en el papel que el lector tiene en las manos.