Un gran festival celebra un siglo de toreo en Pegalajar

Triunfo de El Fandi, Cayetano, López Simón, Adrián de Torres y Fernández Ríos

11 mar 2019 / 16:21 H.

Un cien encalado en el albero en el centro de la arena anunciaba a los cientos de aficionados que se desplazaron hasta Pegalajar para presenciar el festival taurino que no era una mañana cualquiera. La capital del toreo de Sierra Mágina, allí donde se cultiva uno de los mejores aceites del mundo y se vuela desde Siete Pilillas, estaba de celebración. Un siglo, ahí es nada, lleva Pegalajar reuniendo a toros y toreros en su plaza. El cartel de diestros era propio de las grandes ferias, pero la ocasión lo merecía. El Fandi recibió con una larga cambiada de rodillas al primero de la tarde, un utrero justito de fuerzas y de entrega que nunca humilló y que siempre se le dejó deambular por la plaza sin exigirle con los engaños. El torero granadino hizo un segundo tercio espectacular antes de componer con gusto con la franela para componer muletazos elegantes en series poco exigidas.

Cayetano compuso una faena de buen gusto ante un astado incómodo. Anduvo siempre muy cruzado al pitón contrario y con remates de bello trazo, pero siempre sin meterse a fondo con el toro ni exigirle por abajo ante el temor a que se le rajara. López Simón tuvo al toro con más genio del encierro, que tenía un pitón izquierdo complicado. El diestro madrileño inició en línea recta para componer muletazos largos y encajados. Se empeñó en torear al natural hasta que consiguió sacar rédito al pitón izquierdo, a base de buena colocación y de muletazos de uno en uno. En el epílogo, acortó los terrenos para demostrar poder y colocación. Adrián de Torres estuvo muy templado e inteligente para dosificar a su toro y exprimirlo con la muleta. Le cogió el aire del muletazo (era enganchado por delante y de arriba hacia abajo) para dejar unas series puras y con sello de toreo clásico. Remató con unas manoletinas. Fernández Ríos estuvo en novillero y con ganas. Recibió a su astado con dos faroles de rodillas antes de componer una faena poderosa y con ganas ante sus paisanos, a los que sorprendió por su solvencia y su capacidad en el ruedo.