Amigos para siempre

Ocho corredores participan en
La Rioja Bike Race con el lema de promocionar la capital jiennense

19 may 2017 / 16:00 H.

La amistad y el deporte se fusionaron de forma perfecta durante tres días en La Rioja Bike, una de las pruebas más importantes del calendario nacional e internacional de bicicleta de montaña. Ocho amigos jiennenses decidieron participar en una carrera que reunió a figuras del pelotón, aunque ellos afrontaron el reto con el objetivo de participar y conocer un nuevo territorio. De forma esporádica compiten en carreras de maratón o ruta organizadas. “Lo hacemos por el simple hecho de disfrutar de otros paisajes y conocer más personas”, asegura encantado José Aráuz de Robles. Hace un año, aprovechando que entre los organizadores de la Andalucía y La Rioja Bike existen amigos comunes, el grupo decidió inscribirse en la prueba. Junto con José Araúz compitieron Moisés Caño, Javier Casero y Luis Baños en el cajón 7 (máster 40) y Vicente, Cándido Jiménez, Miguel Ángel González y Francisco Gámez (máster 50). Dado el nivel de la prueba, planteada para profesionales, el objetivo era acabarla, y en la medida de lo posible hacernos notar y reivindicar que “Jaén también existe”. De esta forma, el grupo adquirió unas equipaciones que mostraban de forma clara el nombre de la ciudad. Araúz calificó la experiencia de “maravillosa” y relató que la primera jornada constó de 73 kilómetros y 2.010 metros de desnivel por pistas y senderos muy técnicos tanto en subida como en bajada. ¿Qué incidencias tuvieron los representantes jiennenses en esta etapa? “Un cambio de pastillas de freno y una reparación de un cambio trasero por parte de la asistencia de carrera, realizada por Shimano de forma gratuita”, reveló el corredor jiennense. La salida de la segunda se realizó en función de las clasificaciones, por lo que les tocó salir en posiciones retrasadas. Esta etapa, calificada por la organización como reina, fue la más larga, con 90 kilómetros y 2.150 metros de desnivel, pero se realizó por pistas más rápidas y menos técnica, aunque no estuvo carente de veredas y bajadas de cierta complejidad. Los representante de la capital no pasaron apuros para superar las dificultades y llegaron sin problemas a meta. La última etapa, teóricamente la más fácil, de 63 kilómetros, no lo fue tanto, aunque todos la superaron y en el último avituallamiento, a 20 kilómetros de la meta, se reagruparon para entrar juntos entre las ovaciones de los espectadores. Fue un momento irrepetible para los deportistas.