El deporte como anhelo vital

Julián Ferrero compite en una modalidad de ciclismo de montaña, lo que concilia con su trabajo en México

19 mar 2017 / 11:24 H.

Adiferencia del sueño repetido que tiene Marcello Mastrioanni en “Ocho y medio”, en el que una marcha circense atraviesa un campo y que tanto lo atormenta, Julián Ferrero, una mañana de septiembre del año 2012, tuvo que soñar con algo revelador, pues lo primero que hizo fue adquirir un billete de avión, sin vuelta, para México. Fue, sin duda, su forma de reinventarse. Y es que los que conocen a este jiennense, licenciado en Comunicación Audiovisual, residente en la ciudad azteca de Guadalajara, saben que es una persona inquieta y activa, siempre dispuesta a superar nuevos retos. Su último desafio es competir como ciclista de montaña, en la disciplina de Cross Country (XC).

“Consiste en un circuito cerrado donde, depende de la categorías das cierto número de vueltas, desde una para principiantes hasta seis para los de élite. Es común encontrarte zonas de fuertes subidas y bajadas técnicas”, explica. El apoyo de su novia, Pau; su hermano Álvaro, y sus padres, Julián y Yoanna, es fundamental, y recuerda cómo estos últimos le compraron su primer bicicleta a los doce años, una Klinton roja de dieciocho velocidades. “Siempre he tenido especial atracción por las dos ruedas”, afirma. Desde ese momento, el deporte se convirtió en algo vital para Ferrero. A esto se añade el plus que le supone entrar en contacto, en cada entrenamiento y competición, con la naturaleza, algo que le inspira tanto como a los románticos alemanes. El año 2017 es su tiempo de consolidación. Quiere competir en la Liga de Ciclismo de Montaña de Jalisco (Lijacim) para coger experiencia en pruebas de alto nivel y, quién sabe, en un tiempo ulterior próximo poder subir al pódium. “En un futuro, esperemos no muy lejano, me gustaría participar en la ABR, Andalucía Bike Race, que además que se disputa en mi tierra está catalogada entre las diez mejores pruebas por etapas del mundo”, apostilla. Y es que lo que empezó como un “hobby” ya toma un cariz más profesional, pues se ha enrolado en el equipo Botargas FT Bike, del que forman parte más de veinticinco “bikers”. “Me gusta mucho la filosofía “botargas”, que además de ser como una familia y apoyarse los unos a los otros, fomentan mucho el deporte de las dos ruedas en los más pequeños”, dice. Esta alegría e ilusión impregnada en la idiosincrasia del jiennense es algo que ha extrapolado al país de los mariachis. Allí es feliz: “El hecho de que el mexicano sea tan hospitalario y servicial se traslada incluso al ámbito laboral, lo cual favorece tanto en la búsqueda de trabajo como en los negocios. Incluso está aceptado por ellos, lo llaman ‘malinchismo’”, explica. Eso sí, se acuerda de Jaén, su aceite de oliva, sus amigos y su familia. “Es inevitable que eches de menos a los tuyos cuando no están cerca”, acaba el deportista.