El Real Jaén gana al paso que le marca Santi Villa

El capitán blanco anota tres goles ante el colista Sanluqueño, que justifica su debilidad en La Victoria

28 nov 2016 / 12:12 H.

Había alta inquietud ambiental, metida hasta los huesos mojados de los fieles jiennenses, antes del partido en La Victoria. No es que los seguidores sanluqueños acudiesen como a una fiesta pero la afición blanca venía suspicaz y como con la piel de gallina. Una buena razón lo justificaba: como decía un amable sarcástico, habían sonado los gansos del Capitolio. Bien es verdad que los que han propuesto que la historia se repite eran los antiguos y que a día de hoy el criterio colectivo es que lo del eterno retorno es más bien una imagen poética que una concepción del mundo. Pero, al margen de doctrinas más o menos consistentes, no puede dejarse a un lado que la opinión y la experiencia de todos y cada uno es que, cuando se repiten las condiciones que originaron un acontecimiento, los resultados suelen ser iguales o, al menos, parecidos. Y en esas andaban y se movían los muy sufridos aficionados blancos.

La pregunta clave que era legítimo plantearse, tras el fracaso en Murcia, era si podía pensarse que el Real Jaén hubiera vuelto a caer en la racha cansina de la que ya se suponía había salido. O si lo del domingo anterior había sido un simple y rutinario accidente.

En estas condiciones el técnico planteó un equipo con las mismas hechuras que en Murcia, salvo la ausencia de Bardanca, suspendido por la acumulación de tarjetas, pasando de esta forma a Cifu a la defensa y colocando en medio a Óscar Quesada, que por los mismos motivos, no había podido viajar a Murcia. (El contrincante, el Sanluqueño, con alguna ligera modificación, presentó el equipo que el nuevo entrenador ha acomodado en el escaso tiempo que lleva dirigiéndolo). Y así empezó el partido, que se estrenó, a los cinco minutos, con una bomba explosiva de Orbegozo y facilitó la oportunidad de que Manu, el portero visitante, pudiera decir ¡ojo, que aquí estoy yo! Pero fue de momento. Después mucho peloteo, una ocasión ligera, la única, del Sanluqueño y suaves combinaciones de los blancos, hasta que a la media hora Santi Villa, desde fuera del área chutó a puerta, el balón adquirió el peligroso bote ante portero y en ese momento empezó otro partido. Y una tarde que sirvió de corona de laurel triunfante al capitán del Real Jaén con los tres goles marcados.

El segundo tiempo comenzó como el primero pero en sentido contrario: una ocasión del Sanluqueño sirvió a Felipe para recordar, otra vez, que él estaba allí. Después, todo fue un juego blanco, cómodo, abierto. Como de jugar, lo que se dice jugar, al fútbol, un acontecimiento que en escasas ocasiones se ve, lejos de estrategias y tácticas rígidas y esquemáticas. El Real Jaén se adormeció un poco recreándose en sí mismo y los sanluqueños aumentaron su fuerza y su presión. En algún momento se pudo atisbar nubarrón a la vista, propio del día, pero al final venció la calma y el requiebro, gracias sobre todo a unas defensas generosas, amables y obsequiosas.

No acudieron muchos aficionados al partido. Los mejores, decía un antiguo aficionado, Pedro Casanova. Y hasta pudieron hacerlo con paraguas, objeto, a lo que parece, ruín y sospechoso, que algún timorato debió tratar de impedir, no fueran a despertar otra vez a los gansos. Pero estos, tras haber avisado con sus graznidos del peligro del contrario, viendo que todo iba bien, volvieron al sueño.