El Real Jaén gana en un merecido y valioso encuentro

En un partido que resultó delicioso demuestra que aún vale el sí se puede

09 abr 2017 / 10:55 H.

Defender la categoría, el nivel de Segunda B era el objetivo primario en el corazón de los aficionados. Dejando a un lado otros aspectos, de no menor importancia, cuando el seguidor acudía a La Victoria, llevaba impregnado en su alma el deseo superior de que los tres puntos en disputa permitieran asegurar el éxito deportivo final. Ya habrá su tiempo para otras cosas, se decía a sí mismo. Y, al final, todo acabó en un supremo y fantástico placer de explosión jubilosa.

Y es que el fútbol encierra también el poder y la capacidad de proveer a quien lo vive con intensidad un gozo y un goce exquisitos. Tanto que, según se ha publicado estos días, investigaciones de la Universidad de Coimbra han demostrado que el gol es como un orgasmo porque activa los mismos circuitos cerebrales que el amor. Lo que mucha gente venía diciendo por lo bajo pero que ahora tiene una connotación científica. ¡Qué inmensa resulta la explosión placentera cuando uno canta un gol de su equipo. Los cientificos han observado que, ante un gol favorable, al forofo se le encienden los mismos circuitos cerebrales de recompensa a la experiencia del amor romántico. Y de este modo ocurrió y aconteció todo el engranaje.

El partido había tenido un desarrollo como si un entendimiento lo hubiese planeado al detalle: el juego, aquí y ahora; el dominio del balón, en este otro momento; y los goles, cuando convengan.

El juego, que casi siempre lo llevaron los locales por su banda derecha, estaba diseñado por el equipo técnico, a pesar de la carencia de una plantilla larga, con maestría y prudencia exquisitas. Óscar, como estaba previsto, pasó a la defensa y Fede cambió de registro y ocupó el puesto que este había dejado en el centro del campo. Así resultó extraordinario el doble equilibrio de arriba y de abajo. Con lo que habrá que resaltar el magnífico manejo de los jugadores canteranos, que poco a poco dominan la escena y ganan perfil público.

El primer tiempo se inició como si hubieran previsto la estrategia de que tanto se habla ahora, la de dejar el balón al contrario. Dio la impresión de que en esta parte, con mucho peloteo por aquí y por allí, el Real Jaén lo dominaba. Como si el Marbella, apoyado sicológicamente en una supuesta superioridad, dejara hacer a la espera de resolver el resultado con un par de ocasiones. Y casi estuvo a punto de que ocurriera así pero Felipe, en una ocasión, y el poste en otra lo diluyeron. Por su parte el Real Jaén adolecía de cierta blandura a la hora de llegar a la portería marbellí y apenas traducían en ofensivas las jugadas que trenzaba en zonas de atrás.

La segunda parte, que se inició con más ritmo y parecía que al Real Jaén ya le tocaba amenazar de verdad la portería contraria, empezó con un par de acercamientos jiennenes. Y así jugaba con más intensidad, más fuerza y llevaba más peligro. En estas condiciones llegaron los goles. Y, salvo en una ocasión a la que el delantero visitante no llegó por poco, en ningún momento pareció que peligrase el resultado. El Real Jaén, con una entrega total, un juego en momentos delicioso y el dominio sereno de la situación, acabó redondeando un partido completo.

Si, al término del mismo, algúna escala hubiera interpretado las vivencias placenteras y orgiásticasde los espectadores, de acuerdo con los valores establecidos por la Universidad portuguesa, habría que señalar que estas emociones y este partido no son aptos para menores ni para mentes cándidas y candorosas. A tal grado alcanzó el placer neuronal y la felicidad amorosa. Y, para justificarlo todo, valdría traer el viejo y conocido texto de “El Libro del Buen Amor”, cuando, recordando a Aristóteles, indica que dos cosas mueven el mundo y una de ellas es el placer amoroso, orgiástico esta vez.