La búsqueda de la versatilidad

Expectativas interesantes para el Linares con la llegada de Jaime Molina como entrenador

21 dic 2017 / 08:46 H.

La sensación que dejó la primera vuelta del Linares Deportivo es que su rendimiento no estuvo acorde a su nivel. O al menos ese nivel no se vio con la continuidad esperada. De hecho, el excepcional encuentro con el que cerró el año 2017—goleada al Almería B— fue una clara muestra de sus posibilidades. Sin embargo, asistir a sus partidos hasta la fecha ha sido como ver lanzar una moneda al aire, pues no se ha atisbado una regularidad que le acredite como el candidato que debería ser de cara a repartirse el botín final. Si bien en casa el equipo está rindiendo de forma sobresaliente —25 puntos de 33 posibles—, la asignatura pendiente sigue estando a domicilio —solo 9 de 30—. Esto ha resultado definitivo para impedir al Linares Deportivo puntuar de tres en tres. Y, desde el análisis, parece destacable que tanto la gran productividad en Linarejos como la pobre imagen fuera de sus faldas se explican bajo las mismas premisas, que no son otras que las derivadas de las principales características de su plantilla.

Resulta fácil citar los pilares sobre los que el cuadro minero se ha asentado en este tiempo. Vicente Admonio, Jorge Barba y Pablo Aguilera constituyen la columna vertebral del colectivo y su rendimiento individual ha dado siempre posibilidades al Linares, aunque el grupo estuviese en horas bajas. Comenzando desde atrás, la figura del defensa Admonio supone el gran bastión defensivo. Su poderío físico, su velocidad y capacidad de anticipación, así como su valentía para sacar la pelota han sido una de las mejores noticias a nivel táctico. Por su parte, en la parcela ofensiva, Barba se ha erigido como el mejor y más constante futbolista de la plantilla. Ya sea en banda o por dentro, Jorge ha dotado al ataque de todo cuanto ha necesitado: desborde, regate, capacidad para retener el balón en zonas adelantadas y último pase. Y, encajando a la perfección con sus características, aparecen los dos recursos anotadores del Linares. Pablo Aguilera llegó para dotar al equipo de la cuota goleadora que solo Pekes estaba aportando y, desde entonces, ha exhibido una facilidad en el desmarque que encaja como un guante con una de las grandes virtudes de Jorge: su capacidad para asistir al hueco.

En resumen, la velocidad —tanto de su ataque como de su defensa—, el desborde en tres cuartos y el juego al espacio son las cualidades protagonistas de la plantilla. Y todas ellas casan de forma inmejorable con las amplias dimensiones del estadio azulillo. En Linarejos, Admonio puede exhibir su zancada y defender a campo abierto, y Barba tiene terreno para recibir, girarse y buscar a Aguilera y Pekes en sus habituales movimientos de ruptura.

Sin embargo, cuando el equipo ha visitado otros muros, ha encontrado problemas para desplegar su fútbol y sus defectos han emergido. El conjunto no ha sido capaz, ya sea por acomodo táctico o por la falta de experiencia, de adaptarse a otros hábitats. En campos de dimensiones reducidas y frente a rivales que buscan un fútbol directo, el Linares se ha visto superado. Si el contrario obliga al equipo a arrinconarse cerca de su área, la velocidad y anticipación de Admonio pierden peso. Si Aguilera y Pekes tienen dificultad para encontrar espacios, sus desmarques resultan estériles y, por tanto, la opción de Barba lanzándoles al hueco se desvanece. Además, tanto en el caso del canterano como en el de Pablo, se trata de delanteros cuyas virtudes no coinciden del todo con las propias de ese juego directo que la categoría a veces demanda. Así se entiende la disparidad de rendimiento de un domingo a otro

A su llegada al banquillo, Jaime Molina remarcó el objetivo de dotar al grupo de una versatilidad con la que competir en todos los escenarios y, tras su debut, ya ha dejado pinceladas del camino a seguir. Hasta la fecha, la enorme distancia entre líneas venía siendo uno de los problemas más habituales. Con una zaga demasiado aculada si el rival le sobrepasa y unos atacantes que a menudo acuden a presiones altas, el Linares ha estado demasiado partido por momentos. De cara a los encuentros fuera de casa, no resulta descabellado pensar que una línea defensiva adelantada, como la mostrada frente al filial almeriense, sea el punto de partida que permita a Molina juntar al equipo. Además, en estas circunstancias, la velocidad de su zaga es un aval para combatir el riesgo de tener más espacio que cubrir a su espalda.

Pero todo esto no sólo repercute sin balón ya que, por otro lado, otorgaría ventajas a la hora de disputar segundas jugadas en ataque. Si el partido obliga a buscar un fútbol directo, que con la hipotética llegada de un delantero del perfil de Javi López puede funcionar mejor, tener un sistema compacto es vital para que, desde atrás, Barba, Omar, Braim, José Manuel o Sergio Ortiz puedan ganar esos rechaces cerca del área. Igualmente, juntar al equipo más arriba evitaría que Robador o Arturo viviesen tantos minutos bajo palos, generándoles un contexto de juego en el que puedan sentirse más cómodos. Jaime Molina tiene cinco meses por delante para acabar la temporada en la zona más alta posible y sacar a la plantilla el rédito esperado. El margen de error es mínimo, pero se sabe que lo que dicta la primera vuelta no es, ni mucho menos, definitivo. El ejemplo de la pasada temporada sigue aún muy cercano, cuando el conjunto azulillo estaba en una cómoda posición y terminó en puesto de promoción de descenso. Al final perdió la categoría al ser derrotado por el Burgos por uno a dos en un encuentro dramático.

Admonio, Barba y Aguilera brillan en el apartado individual
Sin capacidad de adaptación fuera del estadio de linarejos
La misión de Molina será hacer rendir al Linares en contextos diferentes