Las matemáticas permiten creer y soñar

22 abr 2017 / 11:34 H.

Escribió el francés Stephane Mallarmé un verso con el que suavizaba y otorgaba belleza a la temporada más fria de todas: “Invierno lúcido, estación del arte sereno”. Para el Atlético Mancha Real, la citada estación ha sido todo una penitencia y, de todo, menos serena: El último triunfo liguero se consiguió el 8 de enero —uno a cero ante el Granada B”— y, desde entonces, infinidad de derrotas y algún que otro empate, con caos en los banquillos y la marcha de Juan Arsenal y la llegada de Rodolfo Bodipo, que ha conseguido solo un punto de quince posibles. Un panorama desolador que la primavera no ha mejorado. La consecuencia lógica, por tanto, es la situación en la que marcha el club, penúltimo a cinco puntos de la zona de promoción y a ocho de la salvación directa, con tan solo doce por disputarse este curso.

Ramón, una de las voces autorizadas de la plantilla por ser uno de los capitanes, reconoce la dificultad de conseguir la salvación, pero, como dice el dicho, se suma al “mientras hay vida hay esperanza”: “Mientras matemáticamente no estemos descendidos tenemos esperanza. Tenemos que ganar los cuatro partidos que faltan, es complicado pero posible”. Así, esta homérica remontada comienza mañana, a partir de las doce del mediodia, en casa y ante La Roda, el único equipo de toda la liga que se sitúe por debajo en la clasificación, a nueve puntos del “play-off” por la salvación, y que de perder en Mancha Real confirmaría su descenso automático a Tercera División: “Es un partido decisivo. Solo nos vale ganar”, atestigua Ramón con contundencia.

Otra de las lacras del equipo “verde” es la cantidad de expulsiones recibidas, pues ha llegado a jugar con hasta dos jugadores menos ante equipos como Recreativo de Huelva, Real Murcia o la última jornada en El Ejido: “Desde la jornada uno a nosotros no nos miden con el mismo rasero”, dice. Eso sí, añade que algunas expulsiones sufridas se han podido evitar, pero son fruto de la impotencia. Por último, avala el trabajo de Bodipo, al que define como “un gran entrenador” pues su filosofía de trabajo busca el juego vistoso y efectivo.