Torra ajeno a la Constitución

El presidente de la Generalitat renuncia a colocarse la medalla y no cita al Rey

18 may 2018 / 08:28 H.

Quim Torra tomó posesión como presidente de la Generalitat con una fórmula que promete ejercer “con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el Parlament”, emulando la frase de su antecesor, Carles Puigdemont, sin aludir a la Constitución, al Estatut y al Rey.

En el Salón Virgen de Montserrat del Palau con la bandera catalana, el secretario del Govern, Víctor Cullell, fue el encargado de leer el decreto de nombramiento, y Torra renunció a colocarse la medalla de presidente que sí se pusieron sus predecesores.

Asistió el presidente del Parlament, Roger Torrent, mientras que no acudió ningún miembro en representación del Gobierno central por considerar que el modelo del acto degrada “la dignidad de la institución”. El acto duró dos minutos y los únicos cargos institucionales fueron Torrent, Torra y Cullell: el resto de asistentes fueron siete familiares del presidente —su mujer, su madre y hermanos, entre otros— con los que se saludaron al acabar la toma de posesión. No hubo ni retrato del Rey ni más banderas que la catalana, y la medalla de presidente estuvo en todo momento encima de la mesa, pero Torra no se la puso en ningún momento para simbolizar que defiende que pertenece a Puigdemont. Cullell leyó el decreto de nombramiento, y aludió a que fue por el Rey Felipe y “refrendado” por el Gobierno central, y después el propio Torra pronunció la fórmula para prometer el cargo, cuando lo habitual era que lo hiciera el presidente del Parlament.

Roger Torrent, situado al lado de Quim Torra, no tomó la palabra, y al finalizar se dio la mano con el presidente de la Generalitat, que le dijo: “Muchas gracias presidente. Suerte a todos”, y después Torra dio la mano a Cullell. La imagen elegida para presidir el acto fue un cuadro de Sant Jordi, y el salón donde se celebró fue el mismo que eligió el presidente Artur Mas para firmar el decreto de convocatoria de la consulta del 9 de noviembre de 2014 —el decreto de convocatoria del 1-O se firmó en el Parlament—.

Torra y Torrent lucieron en la solapa de la americana el lazo amarillo, el símbolo que utiliza el soberanismo para reclamar la libertad de los presos independentistas. Hasta el Govern de Puigdemont, la toma de posesión del presidente siguió un mismo esquema: el presidente del Parlament preguntaba al investido si prometía “cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat de Cataluña con fidelidad al Rey, a la Constitución, al Estatuto de Autonomía y a las instituciones nacionales de Cataluña”.

Torra imitó la fórmula de Puigdemont para asumir el cargo de presidente, el resto fueron cambios. Por ejemplo, se celebró en el salón Virgen de Montserrat y no en el de Sant Jordi.

“Presidente de segundo orden”

El ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Alfonso Dastis, dejó claro al nuevo presidente de la Generalitat, Quim Torra, que el Gobierno actuará si el Ejecutivo catalán se extralimita en su acción exterior. “En la medida en que la acción exterior del Gobierno catalán se atenga a sus competencias y perrogativas la respetaremos, pero en la medida en que se salga de ella, como ha hecho en el pasado, actuaremos como también lo hemos hecho”, recalcó Dastis, en rueda de prensa conjunta con su homólogo chino, Wang Yi.

Por otra parte, el jefe de la Diplomacia calificó de “singular” la ceremonia de toma de posesión de Torra como presidente de la Generalitat, “casi a hurtadillas”, “como si fuera un presidente de segundo orden”. Dastis insistió en que el Gobierno de Mariano Rajoy apuesta por que, cualesquiera que sean los actos simbólicos en la gestión del Gobierno de la Generalitat, lo que prevalecerá a la hora de la verdad es el respeto al derecho y la voluntad, esperamos, de recuperar la normalidad y la concordia en Cataluña”.