“Nunca he sentido límites por ser mujer, sino plena igualdad”

19 ene 2017 / 17:23 H.

Era solo una niña cuando Esperanza Pérez Espino (Villacarrillo, 1954) recuerda que, de vuelta del colegio, visitaba “a diario” a su padre en el juzgado, donde trabajaba como oficial de la Administración de Justicia, sus compañeros de trabajo le preguntaban qué sería de mayor y ella respondía, indistintamente: “¡Yo, juez!”. Era una “ilusión” y, con el apoyo y el aliciente de su familia y su tenacidad, consiguió hacer realidad lo que siempre había tenido claro. La magistrada, presidenta de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial en la actualidad, comenzó su carrera como juez en 1984.

Empezó en Baeza y siguió en Bilbao hasta que, en julio de 1985, fue trasladada a Alicante. Allí, estuvo 18 años y sus compañeros, incluso, la eligieron decana. Pero no ha sido el único espaldarazo que ha recibido en su trayectoria. Quizá, por eso, asegura no haber sufrido “nunca” trabas o discriminación por razón de sexo: “He tenido compañeros estupendos y me han respetado y yo a ellos. Nunca he sentido límites por ser mujer, sino plena igualdad”. En el año 2002, Pérez Espino volvió a Jaén como magistrada de la Audiencia y, en septiembre de 2015, fue nombrada presidenta de la Sección Tercera. El año pasado, a instancia de sus propios colegas, el Ministerio de Justicia la distinguió con la Cruz de San Raimundo de Peñafort, reconociendo la “pasión” con las que desempeña su trabajo y que lleva por montera. “Me encanta mi profesión y no me importa el tiempo que le dedico, porque lo hago con tanto gusto que no siento cansancio”, indica la magistrada, que destaca que, al menos, en el ámbito judicial, no observa discriminación y “la paridad está ya conseguida”. “¡En la última oposición —ejemplifica— había más mujeres!”. ¿A qué se debe? “A lo mejor, los hombres me lo toman a mal, pero las mujeres tenemos más tenacidad para lograr nuestros propósitos”, responde. Pero insiste: “En la profesión en la que me muevo, no aprecio desigualdad. Los salarios para hombre y mujer son idénticos. No hay limitación por el hecho de ser mujer y hombre, y tampoco diferencias en las pensiones”. Casada y madre de una hija, también graduada en Derecho, que sostiene que “nunca” tuvo dificultad para conciliar, si bien —matiza—: “He aprovechado las noches, cuando los demás descansaban, para trabajar en casa sin restarle tiempo a la familia, aunque, a veces, soy consciente de que se lo he quitado”.