“Digno heredero del gran maestro Garrido”

10 jul 2017 / 08:00 H.

Rafael Garrido Moya era un gran docente hijo de un gran docente, el aún recordado maestro Garrido que tiene una calle dedicada en Alcalá la Real y cuyo espíritu aún sobrevuela en la SAFA. Falleció en abril a los noventa y dos años, después de un merecido retiro. Padre de dos hijos, se trataba de una persona tranquila, era habitual verlo, casi hasta el final mientras caminaba por el céntrico Paseo de los Álamos.

Tuve la ocasión de entrevistarlo en mayo de 2015 y en el sosegado diálogo quedó patente su pasión por la enseñanza. De hecho, él mismo se definía como un maestro vocacional. Ejerció su profesión tanto en Alcalá la Real, principalmente en la SAFA y El Coto —donde se jubiló—, como en Frailes y ayudó a convertirse en personas de bien a sucesivas generaciones de la Sierra Sur de Jaén.

Su vinculación con la educación lo acompañó desde la niñez, ya que, apenas con seis años, ya ayudaba a su progenitor. Entre las satisfacciones que le deparó su trabajo valoraba la relación con los pequeños, que, incluso años después, lo saludaban como muestra de las buenas sensaciones que dejó entre los pupilos. En la institución safista era un referente, ya que, durante años, fue el miembro del colectivo de antiguos alumnos de mayor edad.

Ejerció la enseñanza en una época en la que los medios materiales escaseaban, aunque él lo suplía con su tesón. De hecho, aunque entonces solía haber castigos, él siempre los evitaba y prefería suplirlos con cariño.