“La personificación de la bondad y la amabilidad”

02 abr 2018 / 08:00 H.

El día 23 de enero de 2018, nos dejaba Carmen Lomas Martínez, mi amiga del alma, y para aquellas personas que tuvieron la suerte de conocerla, una mujer de Dios, que derrochaba amor y bondad. Vecina del barrio de San Ildefonso, fue poseedora de una tienda de ultramarinos, junto a su marido Justo, al que conocí poco, en aquellos años en que el pequeño comercio era el que abastecía a la ciudad, pues, aún no habían aparecido los grandes supermercados, y era este pequeño comercio, lugar de comunicación, y de alegría. Pretendo con este obituario, elogiar su cariño hacia todos, su humildad, su permanente sonrisa, su dulzura, su generosidad y su disponibilidad para todo aquello en que era requerida, y también, que no caigan en el olvido, todos los que como ella, sin poseer título universitario, dan cada día, lecciones magistrales de sencillez, fe, de esperanza, y de buen hacer. En esta sociedad nuestra, independiente, autosuficiente y moderna, pero fría y deshumanizada, Carmen supuso el calor de la cercanía, y la luz de esa sabiduría, que Dios quiso manifestar especialmente, a los sencillos y limpios de corazón. Gracias por el ejemplo que nos dejaste; por tu ayuda desinteresada y tu palabra de aliento para todos los que la necesitamos. Por ser esa gran mujer que fuiste. Intercede a Dios por nosotros, para que un día podamos gozar, junto a ti, allá en el cielo, de la Vida Eterna.