“Un amante de su tierra y un referente a seguir”

01 oct 2017 / 08:00 H.

El trabajo de Miguel Ángel quedará para siempre marcado en la provincia y en su oreografía. Su fallecimiento, no es solo una pérdida para todos los que le querían, que son mucho, supone también una pérdida irrecuperable para el sector empresarial y oleícola de Jaén. El proyecto familiar marcó su trayectoria durante toda su vida y fue un firme impulsor hasta lograr una gran labor integradora. Su dedicación fue absoluta y no había día en que no tuviera en mente a su querida tierra, aquella por en la que tanto esfuerzo puso y que tanto le devolvió, alcanzando la felicidad entre esos campos. Miguel Ángel era todo un señor. Un hombre respetable que trabajaba por y para los demás, siempre con una sonrisa. Trataba a los que le rodeaban con dignidad y se hacía querer por todos, era algo inevitable para los que se encontraban a su alrededor.

Después de más de cincuenta años de trayectoria empresarial, Miguel Ángel López Barea cumplió uno de sus objetivos vitales, que lo hizo enormemente feliz, al ostentar el cargo de presidente de la Cámara de Comercio de Jaén, en el cual se mantuvo durante cuatro años, del 2002 al 2006, y con su mandato, se logró un salto de calidad, una mejora notable en el órgano gracias a su incansable presencia, y es que se notaron siempre las ganas y la implicación de este gran trabajador. De hecho, de los logros alcanzados durante este tiempo, destacó el impulso que dio al Vivero de Empresas o la apertura de la institución al resto de la sociedad, entre otras muchas acciones que quedan para el recuerdo de muchos. Asimismo, también fue consejero de la Caja Rural de Jaén durante varios años. Entre sus últimos trabajos, destaca el impulso del grupo Aires de Jaén/Finca los Badenes, que cofundó. Como presidente de la Asociación Provincial de Productores de aceite de oliva (Aproliva) y de la Unión de Organizadores de Productores del “oro líquido” (Unaproliva) desarrolló una importante labor impulsora del sector oleícola, que queda como una hazaña de tantas que logró.

Nunca dejó de trabajar y siempre estaba dispuesto para compartir sus conocimientos con sus compañeros y colegas, aunque muchos lo consideraban un referente, ya que tenía unos conocimientos provenientes de una amplia experiencia. Sus palabras estaban llenos de sabios consejos que eran escuchados con admiración por todos. Los reconocimientos fueron una manera de dar presencia a sus logros y agradecerle su esfuerzo por Jaén a lo largo de su exitoso recorrido laboral y personal, que recibió con humildad y respeto. Entre otros recogió la Medalla de Oro de la Orden de las Cámaras de Comercio. Miguel Ángel era un hombre que no conocía el agotamiento y siempre tenía tiempo, ganas e ilusión para sacar adelante nuevos proyectos que beneficiaran al mar de olivos, uno de sus grandes amores. Así surgió el grupo “Aires de Jaén”, en pleno corazón del olivar jiennense, y al que dedicó un esfuerzo y un cariño muy especial. La idea nació con una clara intención de dar a conocer el producto más amado de nuestra tierra fuera de las fronteras, para que todo el mundo supiera reconocer un buen aceite de oliva virgen extra por todo el mundo, sin excepción.

Su familia, a día de hoy, continúa muy arraigada en el proyecto empresarial y seguirán con el legado de Miguel Ángel, con el buen hacer que marcó desde sus inicios y por el que lucharán para que siga siendo como él marcó. De esta forma, las nuevas generaciones toman el relevo de su memoria, la esencia de su persona que entregó a sus descendientes y, sobre todo, a su amada y admirada Jaén.

Nadie llenará el vacío que dejó su ausencia, donde permanecerá su espíritu iluminando nuestros días con la misma fuerza con que su presencia la iluminó alguna vez. Nos despedimos de él, pero nunca del todo, puesto que sigue muy vivo en nuestros corazones. Por eso podemos decir que no ha muerto, porque, mientras viva aquí, en el recuerdo de todos nosotros, su presencia nos cuidará como cuando en vida lo hacía él mismo. Le damos las gracias al Señor por habernos permitido conocerle y disfrutarle tantos años y habernos dejado aprender tanto con él y, especialmente de él. Ahora está con Él, allí arriba, esperando y cuidándonos a todos nosotros desde lo más alto.