“Una mujer cariñosa, alegre y acogedora”

14 ene 2019 / 08:00 H.

Se ha ido una buena amiga y estoy triste por este motivo. Deja una hija que la llora sin consuelo y muchos amigos que la queremos y la recordamos con cariño. Ha sido la suya una muerte inesperada y prematura que ha causado sorpresa y dolor. Yo aún no puedo creer que se haya ido para siempre, y me duele mucho no haber podido despedirme de ella.

Ha sido una mujer fuerte y valiente a quien la suerte no acompañó, pero ella supo plantarle cara a la vida y salir adelante gracias a su esfuerzo y valor, apoyándose en lo más importante para ella, su hija Pilar, a la que quería con locura y de la que siempre se sintió muy orgullosa. Era una persona cariñosa, alegre y acogedora, dispuesta a ayudar a los demás en todo momento, con un carácter abierto y una simpatía innata. Siempre tenía una sonrisa para todos aquellos con quienes se detenía a lo largo de sus interminables paseos, paseos que debía realizar cada día debido a un pequeño problema de salud. En la calle nunca estaba sola, siempre había personas que se acercaban a conversar con ella, y siempre tenía con éstas un gesto cordial y una palabra amable.

Se ha marchado como vivió, sin hacer ruido, hasta el punto de que no pude prever su marcha. Cuando supe que nos había dejado para siempre, no me hacía a la idea de que nunca más la vería paseando por las calles de nuestra ciudad, ni podría detenerme a charlar con ella, ni tampoco subir juntas a la casa del Santuario, algo que a ella le hacía mucha ilusión. Han sido muchos años de amistad, de confidencias, de largas conversaciones, y sé que la voy a echar de menos.

Se ha ido, es cierto, pero en mi recuerdo y en el de muchos, Mari —como todos la llamaban cariñosamente— sigue paseando con su eterna sonrisa, sólo que ahora lo hace por un lugar mejor.