“Vicente Oya que estás en el cielo...”

19 ago 2016 / 14:30 H.

Vicente Oya Rodríguez que estás en el cielo, Cambil y Jaén te recuerdan por cambileño y jaenero. Dos pueblos que tú llevabas en tu corazón en forma de biblioteca y dos historias que conocías porque eras su cronista. También los jiennenses, todos los pueblos de la provincia del Santo Reino se acordarán de ti cada fecha memorable, cada fiesta, romería o actividad importante local o provincial porque a tu pluma desde el día 11 de agosto le falta tinta, esa tinta que era tu sangre. Y le faltará papel también, ese papel que eran tus notas.

Los boletines, los libros, los periódicos, las tribunas, las tertulias, tantos lugares donde tú participabas con tus colaboraciones escritas y habladas quedan vacíos y mudas ante tu ausencia. En definitiva Vicente, nos has dejado desde Cambil como hiciste un día allá por los años cincuenta, cuando, “de la mano” de Manolo Banqueris, nos conocimos. Y, desde entonces, nuestra amistad ha sido sincera y fraternal; porque tu personalidad de hombre bueno. ¿Para qué relacionar tus humanas cualidades? Bueno es la palabra que yo veía siempre en tu semblante de hombre de bien, de hombre capaz, de hombre que te entregabas a los demás por solo la amistad.

En tu vida vocacional, fuiste lo que querías ser. Nadie te regaló nada. Tu empeño y sacrificio se veía en tus conversaciones; recuerdo cuando hablábamos en tertulia con Manuel Banqueris García, José de la Rosa Escalona, Jesús González Morales, Pedro Moreno Lendínez, María de la Luz Medina Cruz y María del Carmen Quintana Pujalte y don Antonio, aquel cura “largo” —creo que le decíamos “el látigo”—, vestido siempre con sotana que fundó la revista “Cara y cruz”. Creo que aquella publicación fue la primera que te prestó sus páginas para que comenzases tu futuro. Luego, el periódico JAÉN, Sindicatos, el Gobierno Civil y el periódico Ideal fueron tus lugares laborales y tu presidencia y excelente labor en Aprompsi.

Recordando tu bondad y tu amabilidad, tu siempre mejor disposición, siempre me he sentido orgulloso de haber sido uno de tus amigos a los que acudías preguntándome algo de Jaén y de la Cámara de Comercio; también sobre la Semana Santa de Jaén.

Cuánto me alegré cuando te propuse como pregonero de la Semana Santa de Jaén, el año 1976, y la Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías de la que era Secretario lo aprobó. ¡Con cuánto afecto preparé tu tribuna, que era la de la agrupación, en la Casa de la Cultura! Fue un pregón jaenero y cofrade que llenó con tu saber aquel lugar, que era tu casa cultural. Luego, Montemar nos recibió para rememorar con pan y vino lo que habías dicho de Jesús y María en la Pasión.

Recuerdo que, desde entonces, ocupaste muchas tribunas cofrades. Pero fue la de la Casa de Jaén en Málaga la que mejor recuerdo porque fui tu presentador en el escenario más bello de la Costa del Sol, en el antiguo Conservatorio de Música, “Casa de los Espejos” de la capital malagueña, donde, desde Jaén, llevamos, con palabras de jaeneros, cristianos y cofrades, nuestro ser religioso y cultural para que tú pronunciaras, con tu bondadoso verbo, el pregón de la Semana Santa de Jaén en Málaga.

Vicente Oya Rodríguez, termino esta mi carta había ti en el cielo. Pero, antes, te agradezco tu confianza y afecto, tu consideración y amabilidad, tu siempre mejor disposición para Jaén y para los jaeneros, como cuando te llamé para presentarme en conferencias y pregones. Y en libros, como aquel de la primera restauración de la Virgen de la Capilla, a dúo con Manuel López Pérez que también está en el cielo.

Mis oraciones por tu alma quiero que sean como tantos momentos has prestado tu saber a nuestro Jaén.