Los cien años del bisabuelo

Paco Fernández Payá celebra su aniversario rodeado por su familia

03 ene 2017 / 12:08 H.

Faltan solo cuatro días para que el mayor de los seis hermanos Fernández Payá, llegue a los cien años. Paco, como es conocido este electricista en Villanueva del Arzobispo, nació hace ahora un siglo y lo hizo, en cierta forma, “iluminado” ya que vino al mundo en Las Chozuelas, núcleo de población generado por la actividad de su central hidroeléctrica, hoy desaparecida. Una “cuna” que marcó su porvenir profesional durante décadas.

Pero antes de que llegue este esperado 7 de enero, día de su cumpleaños, aprovechó las fiestas navideñas y reunió a familiares de cuatro generaciones que le mostraron su reconocimiento; desde su hermana Carmen, hasta los dos bisnietos que lo rejuvenecen. Asistieron, además, hijos, nietos, sobrinos y algún resobrino llegados de distintos puntos de España. Estuvo presente en su recuerdo su hermano, el menor, que no pudo asistir. Paco vivió este homenaje con emoción y alegría al recibir el cariño de los suyos en el restaurante La Moratilla, donde fue atendido con eficacia y cariño.

De niño, Paco Fernández Payá residió unos años en Chiclana de Segura, pero pronto marchó su familia a Castellar, donde vivió hasta ser movilizado durante la Guerra Civil. Más tarde, realizó el servicio militar del que se licenció para volver a Villanueva, donde ya ha pasado toda su vida.

Aunque empezó a trabajar con 14 años en la construcción y en una almazara, ya cumplidos los 20 fue contratado por la compañía eléctrica donde trabajaba su padre. Contrajo matrimonio en 1947 con Leo, el amor de su vida. Tuvo dos hijos, Juan Bautista y Francisco; el más joven falleció a los 46 años y, a pesar de esta pérdida tan grave, muestra una gran entereza que sirve de ejemplo a toda su familia. Se jubiló hace 35 años, toda otra vida. Desde que murió su mujer, decidió mantener su autonomía y aprendió a realizar las tareas domésticas.

Todavía disfruta de una vida social en Villanueva: siempre le gustó caminar y, especialmente, por la carretera que conduce al santuario de la Virgen de la Fuensanta. Allí encontró un grupo de amigos con quienes comparte conversación y actividades religiosas como la dirección del rosario.