"Amo el mundo de la interpretación"
Celia de Molina la protagonista de “Cómo sobrevivir a una despedida”, una película que se estrenará el 24 de abril en los cines, y en la que participa su hermana, Natalia de Molina, que recibió el Goya a Actriz Revelación
—¿Cuándo comenzó su interés por la interpretación?
—Desde chiquitita. Nací con todas las ganas de dedicarme a esto. Además, en la familia tengo a gente relacionada, un tío con una compañía de teatro y mi hermana Natalia recibió el Goya a la mejor actriz revelación. Cuando nos juntábamos con la familia o con los amigos venía esta cosa de mostrar y contar, a través de la diversión y el arte, una historia.
—¿Qué trabajos ha realizado?
—En Sevilla hice, durante tres años el corral de comedias, cuentacuentos infantiles, empecé un poco así. Me salió también en la serie Arrayán en un episódico y un papel de reparto pequeño en la película “Madre Amadísima”, con Pilar Távora, y ahí decidí que era el momento de irme a Madrid. En el centro monté una sala de teatro durante tres años, Garaje Lumière, donde tuve una intensa relación con el mundo del teatro, las compañías… He trabajado mucho en este sector hasta que el año pasado me surgió la oportunidad de hacer de protagonista en la película, “Cómo sobrevivir a una despedida”, que espero que tenga mucho éxito.
—¿Cuándo se estrena?
—El 24 de abril en cines, por lo que estamos empezando la promoción. Además, Natalia es protagonista también y hacemos de amigas. Cuando hicimos los casting no sabían que éramos hermanas. Como anécdota mi madre sale también. Vino a vernos cuando estábamos en Canarias rodando, tenían que grabar una secuencia con la madre del personaje de mi hermana y ya que estaba por allí… Salió.
—¿Qué proyectos tiene?
—Mientras comienza la promoción continúo con la representación de una obra en el teatro Alfil de Madrid, “Cinco mujeres que comen tortilla”. Una comedia muy absurda y surrealista, que por ahora va muy bien.
—¿Es difícil abrirse camino?
—Es una profesión bastante bonita en el sentido que uno lo hace por vocación, porque amas y sientes la interpretación. Pero tiene una parte muy agria, es muy difícil acceder y te valoran siempre de forma subjetiva.