Campillo de Arenas.- Días de diversión en calles y plazas

Las Fiestas de Moros y Cristianos de Campillo de Arenas —en honor de la Virgen de la Cabeza— son para vivirlas en las calles y en las plazas del municipio, que se llenan de gente con ganas de pasárselo en grande. Nadie se queda en casa. Familias enteras se dan cita en las terrazas ubicadas en el recinto ferial para pasar un rato agradable y disfrutar de las verbenas populares, amenizadas por las orquestas. Una semana de jolgorio en la que las luchas entre Moros y Cristianos son el principal atractivo. En ellas destacan las avanzadillas y robos de escopetas entre ambos bandos y el parlamento entre los embajadores moro y cristiano.

12 ago 2014 / 22:00 H.


También destacan los campanilleros, que, durante la madrugada del domingo, cantan las coplas de Aurora como saludo a la Virgen e invitan a todos los vecinos a participar en el Rosario. La última noche de las fiestas, que será mañana, se denomina la noche de los rateros, en la que la pólvora es la gran protagonista. Las primeras noticias escritas sobre estos festejos datan de principios del siglo XVIII.
Al margen de esta actividad y de la procesión de la imagen de la Virgen de la Cabeza, las fiestas cuentan con una amplia programación de propuestas de ocio para todas las edades, que van desde las campeonatos deportivos a las exposiciones de pintura, los talleres infantiles y el Día del Automovilista, que se celebró ayer, con una misa en honor de San Cristóbal y la tradicional “procesión” de coches de todas las épocas por las calles del municipio. Asimismo, se han convertido en toda una tradición las cucañas, las carreras de cintas en bicicleta, las de sacos y los porrones en la Plaza de Andalucía. En las fiestas tampoco faltan, como es lógico, los concursos gastronómicos, como el de paella, y la degustación de platos tradicionales, en los que se suele comer cordero y choto asados en los hornos locales. La alcaldesa, María Lourdes Chica, no puede estar más feliz por el desarrollo de las fiestas y de la participación de los vecinos, sobre todo de la Asociación de Moros y Cristianos, a la que agradece el esfuerzo que realiza para dar a conocer esta tradición, que, cada año, atrae a más visitantes. Del mismo modo, subraya el buen ambiente que reina en el pueblo, gracias a la colaboración y la implicación de los campilleros, que hacen de estumpendos anfitriones para todos aquellos que llegan de fuera. “Estoy tremendamente orgullosa de mis vecinos y de los componentes de Moros y Cristianos que, cada año, se superan todas las expectativas”, agradece.