Desmontando a Enrique Fuentes
Cuando la fina figura de Lucas León Obejo entró en la sala de vistas de la Audiencia, los dieciséis abogados del caso Iniosa comenzaron a ordenar papeles. Un signo inequívoco de que el personaje es importante para la causa. No en vano, si Enrique Fuentes y compañía están sentados en el banquillo por el caso Iniosa es, en buena parte, gracias al informe que redactó este inspector de la Agencia Tributaria por orden del Juzgado de Instrucción número 2 de Martos.

Ese demoledor documento, perfectamente, podría haber llevado por título “Desmontando a Enrique Fuentes”. Y eso es lo que ayer volvió a hacer Lucas León ante los magistrados de la Sección Tercera de la Audiencia. Durante más de tres horas de declaración, este experto describió cómo el industrial aceitero transmitió “de forma ficticia” todos los bienes a la recién creada Iniosa con el único objetivo de eludir que se los embargaran, debido a una deuda de unos 9 millones de euros que sus empresas habían contraído con el fisco.
Con un tono pausado y didáctico, Lucas León desgranó las conclusiones de su informe y defendió la hipótesis de que Enrique Fuentes Ibáñez, el considerado cabecilla de la trama, ideó una serie de operaciones concatenadas que tenían como objetivo esconder sus propiedades para que Hacienda no pudiera hincarles el diente.
“No se puede entender lo que pasó en Iniosa en los años 2002 y 2003 sin tener en cuenta que, en 1999, la deuda de las empresas de Enrique Fuentes con la Agencia Tributaria era de unos 9 millones de euros”, dijo el perito, a modo de presentación de lo que vendría después. Así, en su exposición, recordó cuáles eran esas sociedades y qué bienes tenían en septiembre de 1999, cuando se firma el contrato de asociación con Luis García Bolívar para fundar Iniosa. “No hizo falta buscar mucho porque el propio acusado los facilitó en su escrito de defensa”, especificó. Todo el patrimonio de Fuentes Ibáñez pasó entonces a ese gigante recién creado en Porcuna.
Contrato “ficticio”. En mayo de 2003, esa sociedad se rompe y, sobre el papel, García Bolívar se queda con todo a cambio de entregarle 1.000 millones de euros. Sin embargo, para el perito, ambos lo simularon todo. “Es que no pudo ser así, tal y como lo cuentan. Es una barbaridad”, llegó a decir el inspector de Hacienda. Para este perito, los bienes nunca salieron del control de Enrique Fuentes, que los siguió manejando a través de testaferros, trabajadores o familiares. Así, citó a Magí Joan Benet, el empresario tarraconense al que le fue entregada una finca dentro de Iniosa por una supuesta deuda que, según Hacienda, “está poco acreditada”. “Este hombre trabajó para Enrique Fuentes en 1996”, recordó.
Así, Lucas León desgranó todas las operaciones por las que se fueron sacando las industrias de Iniosa para pasar a otras sociedades vinculadas, de una u otra forma, a Enrique Fuentes. La conclusión final fue demoledora. A juicio del perito, el considerado cabecilla de la trama logró quitarse las deudas con Hacienda que tenía en 1999, recuperó buena parte de los bienes que había aportado a Iniosa y se embolsó un pagaré de 1,8 millones de euros por la venta de la finca “El Corzo” a otro de los acusados, Fidel San Román.
Los abogados defensores basaron su estrategia en tratar de desacreditar al perito o en hacer ver que se había equivocado en las conclusiones. Será el tribunal quien tenga la última palabra.
El comisario de la quiebra reitera que había "doble contabilidad"
Se esperaba con interés la declaración de Santiago Barragán, el que fuera comisario de la quiebra de Iniosa. Un testimonio que se hizo esperar, pues la sesión de la mañana se alargó y el perito tuvo que declarar ya por la tarde. Fue una interrogatorio tenso, en el que los abogados de la defensa se lanzaron “a degüello” contra él para tratar de desacreditarlo. De hecho, en algún momento, los letrados de las acusaciones particulares tuvieron que pedir la intervención del presidente del tribunal, el magistrado José Cáliz Covaleda, para que no atosigaran al testigo.
A grandes rasgos, Santiago Barragán se ajustó al guión previsto, aquel que marcó en el informe presentado al juez instructor y que ya desarrolló, en la sesión del pasado martes, la depositaria de la quiebra. Sus primeras palabras fueron para ratificar íntegramente ese informe. Así, puso de manifiesto las dificultades que tuvieron para acceder a la documentación de Iniosa. Tras muchos intentos, lograron “decomisar” las escrituras y el disco duro de un ordenador. Allí fue donde saltó la sorpresa de que la empresa aceitera tenía una doble contabilidad, dos registros similares formalmente, pero muy distintos.
Ya la depositaria de la quiebra apuntó la posibilidad de que estas cuentas por duplicado se deben a que se quiere “ocultar algo”. “Es evidente”, dijo la testigo en su declaración del pasado martes, que ayer fue ratificada por el comisario de la quiebra.
Este espinoso asunto sirvió a los abogados de la defensa para cuestionar el trabajo de Santiago Barragán. Le apretaron de lo lindo en el interrogatorio. Le cuestionaron, una y otra vez, si había contrastado sus conclusiones con los soportes documentales. La respuesta del experto es que no revisó todos los papeles, sino que le bastó con los resultados de la contabilidad y con las escrituras que se encontraron en la sede de Iniosa. Siguiendo el rastro de esos documentos, le fue suficiente para detectar “operaciones sospechosas”, “desvío de fondos” y “confusiones patrimoniales”.
Las defensas también culpan al comisario de la quiebra de permitir el desmantelamiento de las instalaciones de ese gigante industrial. En teoría, Santiago Barragán debía velar por esas infraestructuras, protegerlas. El abogado de Enrique Fuentes mantiene la tesis de que un complejo que valía 2.500 millones se convirtió en un erial en pocos meses. La respuesta del comisario es que estaba atado de pies y manos, por la falta de dinero. El Juzgado de Martos no autorizó realizar una provisión de fondos para atender esas labores. De todos modos, también puso de relieve la dificultad de contactar con los antiguos responsables de Iniosa.